CAPITULO 14.- DORIAN.

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—Para que lo sepas, no te estaba evitando— dije encogiéndome de hombros.

Vi estrechó sus ojos.

—Eres un verdadero asno— murmuró.

Aun se veía molesta y eso me hacía querer reír en su cara. Pero no lo haría, algo en su mirada me advertía que ella arrancaría mis cuerdas bucales solo por burlarme.

—Eso ya lo sabía.

Un atisbo de sonrisa amenazó sus labios. Puso los ojos en blanco.

— ¿Para que querías que viniera? —preguntó.

— ¿Por qué tanta prisa por saberlo? Mei te castigará de todas formas, sin importar cuánto tardes.

—Quiero saberlo.

— ¿Seguirás molesta? —apreté la sonrisa que amenazaba con salir.

Vi suspiró profundamente. Estaba agotando su paciencia.

—Bien— dije— ¿Qué le pasó a la chica paciente y adorable?

—Está descansando en lo más profundo de mi subconsciente. Porque no tenía a nadie con quien charlar— reclamó.

Sentí la culpa subir por mi pecho e instalarse en mi garganta en forma de nudo.

—Lo lamento— murmuré.

—No digas cosas que no sientas.

—No lo hago.

—No te burles de mí.

—No lo hago.

— ¿Quieres responder otra cosa? —ya sonaba menos enfadada, pero solo un poco.

— ¿Te parece un: Lo juro por los libros? ¿O prefieres: Palabra de lector?

—Un lo juro por los libros estará bien— dijo reprimiendo una sonrisa.

Ambos reímos un poco.

La detuve del brazo, llegamos a donde quería ir. Hoy no era día de pesca. Hoy era mi día libre. La ayudé a subir a una de las canoas y comencé a remar al centro del lago.

Me detuve cuando llegamos y la miré fijamente.

—Habla, reclama todo lo que quieras— pedí.

Me miró y no dijo nada. Nunca comprendí porque alguien como ella querría estar con alguien como yo.

Vi era fantástica, aun a través del muro, yo lo sabía. Su voz siempre delatando sus estados de ánimo, al igual que un libro abierto. La conocía mejor que ella misma.

Y yo, bueno, solo soy yo. Alguien echado a perder.

— ¿Por qué me estabas evitando? —preguntó al fin.

Suspiré profundo antes de responder.

—Porque creí que me vería como un acosador si me encontrabas en todas partes— dije sinceramente.

Para mi sorpresa, Violeta rompió a reír.

— ¿Un acosador? —Exclamó— ¡Por Dios, Dorian! ¡Me esperabas horas del otro lado del muro!

Dejé que la sorpresa se reflejara en mi rostro.

— ¿Como...? Tu... ¿Cómo? —no terminé la pregunta.

— ¿Que como lo sé? —Preguntó alzando las cejas—. Porque siempre estaba del otro lado, en silencio. A veces maldecías porque llegaba tarde y otras ocasiones leías en voz alta— respondió.

No pude hacer nada más que sonreír.

—No llevas el zafiro— solté de pronto.

—No quiero perderlo en el trabajo— respondió.

Un alivio se filtró en mí. Ella no quería perderlo, por eso no lo usaba.

—Habíamos quedado que tus serias la prudencia y yo haría el trabajo— reclamé.

—Me gusta mi trabajo.

—Es solo que... al sentir tus manos— murmuré.

Vi frunció el ceño.

—Hay que arriesgar pequeñas cosas, si lo que quiero es mejorar.

—Bien.

Tomé una de sus manos y froté los callos en ella.

—Creo que podrían llegar a gustarme— dije.

Hablamos de cosas, simplemente cosas.

Me contó que entrenaba con la pelirroja. No me agradó que lo hiciera, pero no se lo diría. También que aprendía muchas cosas de Mei y de las chicas con las que trabajaba.

Le conté todo lo que había aprendido en la pesca y en las minas, también de la historia de la humanidad, tanto lo que me contó Mei, como de mis investigaciones en la biblioteca durante mis días libres. Y le hablé del taller de Garrett, que con sus ruidos casi no me dejaba dormir. Y de Valentina, como ella me hablaba de las reuniones con Derek, estaba al tanto de casi todo, gracias a ella.

Violeta también me dijo que Beth, bueno ella era una especie de benefactora con todas las personas.

Cuando mencioné el taller de Garrett, sus ojos se iluminaron.

— ¿Crees que él pueda repararlo? —preguntó.

Desabrochó el relicario de su cuello y lo puso en mi mano.

— ¿Qué le pasa? —pregunté.

—Ya no hace tic-tac.

Le regalé una media sonrisa. Esto sería pan comido para Garrett.

—No hay problema— respondí.

Del otro lado del muroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora