¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Kösem era verdaderamente una madre que se preocupaba por sus hijos, en especial por Ibrahim, quien parecía carecer una enfermedad poco conocida.
Era al que más atención prestaba, temía perderlo, perder a uno más de sus hijos le destrozaría su corazón por completo. Y no quería volver a caer en la depresión profunda como cuando murió Ahmed o Mehmed, quizá Osman.
— ¿Que te sucede, Ibrahim?-preguntó curiosa, guiándolo a el diván, — Algo extraño me sucede, no puedo dormir, no puedo comer, madre, llame a los médicos. Me dijeron que estaba bien, y que no había ningún impedimento en mi, pero me da vueltas la cabeza —
La dama sintió un terror indescriptible, le recordaba a Mustafa, "el loco". El cual no terminó en las mejores condiciones.
— Ve a descansar un momento, hijo. Mandaré a aghas para que escolten — el asintió.
Apenas Ibrahim se retiró dejó revelar su frustración, sabía que la locura podía ser herencia. Pero le daba mucho miedo pensar en lo que caería su hijo.
Se sentó en su diván, aún pensativa.
— Mi pobre Niño. . . — susurro, le daba impotencia no saber que hacer.
Haçi agha acompañado de Lalezar trajeron delicias turcas y té para la sultana.
— Coman conmigo — hablo animada, los criados obedecieron, aún sentados en los cojines tomaron té.
— ¿Ustedes creen que la locura se herede?— preguntó de la nada, — ¿Eso sucede?— habló Haçi agha, — De pequeña tenía una tía que estaba loca, todos decían que era herencia de su padre, que se volvió loco —
— ¿Y de qué tamaño estabas?, si ahora sigues igual de pequeña — bromeó el eunuco, la sultana río bajo a su lado, haciéndole burla a la Kalfa.
— Tenía diez — habló indignada.
— Y no creciste — la sultana y el eunuco rieron burlescamente.
— Inclusive la sultana Kösem es más alta que tú — Kösem asintió, — Y tampoco es tan alta — volvió a asentir la sultana.