Cap.6

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La sultana tomaba el té animadamente, no tenía asuntos que resolver, su hijo estaba tomando riendas y un buen camino. No podía esperar más.

Ahora faltaba conseguir un esposo para su hija Gevhernan. Pero podría encargarse de eso después.

— Sultana, el sultán está aquí — ella asintió, el eunuco abrió las puertas, entró un hombre joven con un aspecto bastante parecido al de su madre.

— Hijo mío, ¿que te trae por aquí?— preguntó mientras se levantaba, con una sonrisa alegre, — madre, vine a darte los buenos días, y quería decirte que desde ahora tendrás más seguridad. Hay muchos enemigos entre nosotros y la confianza ya no es una clave — Kösem soltó un gesto lleno de molestia, pero no diría nada, no quería transmitir el mal humor que estaba teniendo a su hijo que se veía alegre. — Está bien, tú decisión es mi decisión — el asintió, — ¿quien sera el nuevo hombre que estará persiguiéndome?—

— Kemankesh agha— aquello cambió su semblante a uno lleno de confusión.

Asintió nuevamente.

— Está bien..— sonrió intentando calmarse.

Aquel hombre le había transmitido una sensación extraña que permaneció por días en ella, algo que la hizo permanecer nerviosa.

— Tengo que dejarte, vendré por la tarde — ella asintio, viendo como su hijo se marchaba. Hasta que las puertas fueron cerradas.

— — — —

Camine a la salida del palacio, iría a distribuir comida a el pueblo, y Esther me acompañaría.

— Sultana Kösem — saludó una voz que bien conocía, sentí como todo mi cuerpo tembló ante lo dicho, — Kemankesh — devolví el saludo amablemente, antes de entrar a el carruaje.

Desde adentro y en medio camino sabía que él venía detrás de el carruaje, era hermoso...el caballo.

Apenas salimos lo vi bajar la cabeza, sonreí.

Me adentre hasta que Esther llegó, sonrei, tenía algunos días de no haberla visto y la extrañaba.

Muy poco me importaba si estaba prohibido abrazar a mujeres, por ende la recibí con un cordial abrazo que dejó impactado a los presentes.

— Sultana, ¿que hace?— preguntó, — Nada malo — susurre, antes de separarme sin borrar mi sonrisa, continuamos con servir la comida.

Recibí halagos por mi belleza, por ser amable y cariñosa con los demás. Algo que escuchaba a diario sin malinterpretar.

— Sultana, usted tan fina y hermosa, sin quitar lo caritativa — hablo una mujer mucho más mayor que yo con un plato lleno de comida, reí bajo, — Gracias — fue lo único que pude responder.

Sentía la mirada del agha, hasta que Esther movió un poco mi brazo, giré en su dirección.

— ¿Que pasa?— pregunté, — ¿ese es Kemankesh, enserio el?— solté un suspiro cansado, — el es Kemankesh, mi hijo lo puso a cargo de mi, es..extraño — sonrió, algo lleno de malas intenciones, la miré mal.

Algunas horas después subimos a el segundo piso, riendo como mujeres jóvenes, aún que claro, sin que los demás pudiesen escucharlo.

Una junta se llevó a cabo, aún me enteraba de todo.
Cuando al fin termino y todos se marcharon me quede con Esther sola.

Platicamos algunos minutos. Hasta que tuve que irme, tenía que regresar a el palacio.

— Adiós Esther — hablé, ella sonrió, — adiós sultana — me giré, cuando abrieron la puerta vi a Kemankesh, algo que me dejó sumamente extrañada
.

— ¿Que haces tú aquí?— pregunté cuando me senté y escuché la puerta cerrarse, — sultana, ¿qué intenta hacer?— lo examiné, no sabía que decir, — ¿Por qué sigue entrometiéndose en asuntos del imperio, si usted no lo respeta, como espera que los demás lo hagan?— sentí aquellas palabras como si me declarase la guerra, — ¿quien te crees que eres ante mi?, ¡bájate de inmediato!—

Después de algunos minutos de miradas fijas y un silencio incómodo, negó rotundamente.

Sentí ese escalofrío nuevamente.

— ¡Bajate!— ordene, el abril la puerta de el lado izquierdo que daba a la pared y se fue.

En mi mente lo que dijo se quedó Guardado, ¿estaba haciendo mal?, ese hombre estaba loco.

LA VALIDE-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora