Ya no te busco.

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Me desvivía por sentir el simple, pero excitante toque de tus dedos sobre mi cuerpo haciéndolo erizar mi piel, llevándome al infinito éxtasis con solo un roce, una caricia.
Me desvivía por la calidez de tus labios, por sentir como me penetrabas con tu humedad lengua sometiendo y hundiéndote en todas mis escondidas cuevas, en todos mis espacios, hasta adsorber todos mis gemidos, haciendo malabares y desestabilizando todo mi cuerpo, queriendo fundirme en el tuyo, queriendo y pidiéndote más, más de ti.
Me desvivía por ver tu desvarío, tus locas montadas sobre mis montañas, domando las haciendo las tuyas, apretando mis caderas y besando a la vez tiernamente mi cuello haciéndome jadear y sentir que no podía respirar, que no importaba el momento, ni el lugar, ni el espacio, solo estabas tú, solo eras tú.
Me desvivía por sentir tu voz diciéndome, te amo, te quiero, te necesito, esas palabras tan simples, pero tan sentidas, pero poco a poco me fui marchitando y con el tiempo perdiste el interés de seducir no solo mi alma, también mi cuerpo, ese que te pedía a gritos, dame más de ti.
Me desvivía, por tanto, y nada que me vi perdida en tu mirada, en tu vida, perdí la esencia de lo que fui queriendo darte más de mí, no recordé que también existía yo, pero un día desperté y me encontré sola en mi cama, palpe cuidadosamente mi cuerpo ardiente y empecé a conocer un mundo que no había explorado por mi misma.
Me empecé a amar, toque mis senos desnudos y se erizó mi piel como cuando estabas tú, toque mis muslos delicadamente, suavemente y descubrí sensaciones ya antes vividas, sentidas, toque mis labios, gemí al espacio y cuando palpe mi propia humedad una y otra vez me estremecí, apreté mis sábanas blancas buscándote, queriéndote, pero no me hizo falta hallarte, sumergí mis manos sobre mi abierta flor y las moví al compás de mi propio ritmo y no les miento, llegue al clímax deseado, llegue a amarme, me quise.
Hoy sigo sola, pero entre mis sábanas blancas y ya no te espero, solamente disfruto el amor de mil maneras, sin tiempo, espacio, solamente yo, entre mis sábanas blancas.

sentimientos contradictorios Donde viven las historias. Descúbrelo ahora