Tómame de la mano mientras allá tiempo y llévate mi alma donde nadie la vea. Llévala sí, a ese rin concito incógnito y hazle pagar todos sus pecados ante tu palpitante anatomía, hazle sufrir, palidecer con el fuego, el incendio de tu rica piel y humedece todas mis formas con la calidez, con los movimientos de tu seductora lengua sobre ella, haciendo temblar mis rodillas ante ti y provocándome esos dulces espasmos involuntarios que solamente tú logras sacarle a mi estremecido cuerpo.
Ven ya a recorrer todos mis hatajos y sube con tu empañado aliento por mi espalda y has que se ericen todos mis poros, sométeme, habítame, lléname de ti, mientras me obligas a ir a la par del empuje y la braveza de tu mar enardecido.
Tócame y penetra una vez más con la suavidad de tus dedos el infierno de mis cuevas, haciendo desbordar mis ríos subterráneos mientras me montas y golpeas mis montañas con la fuerza de tu cintura, haciéndome convulsionar, ir y venir ante la calidez de tu lívida alma.
Ven, habita todos mis espacios y voltéame ante tu presencia para tomar plácidamente la lluvia de tus sensaciones, mientras masturbas mi mente con los candentes gemidos provocados por la ternura de mis labios, mientras le haces el amor a mi boca una y otra vez con tu magnífica y erecta hombría.
Ven y habita cada espacio de mi alocada mente, hazla tuya mientras haya tiempo y dibuja con tus dedos mis hinchados senos, haciéndolos murmurar y danzar sobre tu rostro, sobre tu jadear.
Ven mientras quede vida, mientras quede tiempo y echemos a volar estas intensas ganas de poseernos hasta el final, sintiendo nuestro erótico latir, pues quiero tocar con mis suspiros toda tu entera alma y deja grabado en tus ojos el reflejo de mi amor.
Ven mientras haya tiempo y vallamos donde nadie nos vea a desgastar nuestras pieles, nuestro único sentir y estallemos una y otra vez.
Se mío por siempre, allí donde nadie nos ve.
