¿Tú dime vida que hacer con todas estas lágrimas que han derramado mis ojos como perlas sobre mí ensombrecido cuerpo, que hago? ¿Tú dime que hacer con este deseo de querer alcanzar sus manos, sus labios, si ya no están en mí, no los puedo tener? ¿Y dime cómo le diré a mi alma que ignore para siempre lo que tanto quiso poseer, tener para sí? Solo sé que la llevo empobrecida, fría y deshojada como una rosa, viendo como él seguirá su ruta; yo la mía, muriendo cada día un poco más y perdiéndome en la inmensidad, e inamovible oscuridad de su cielo; mi cielo, yendo y viniendo, amando y vagando por la vida, desgastándome el alma y el corazón, deteniéndome solamente para poder respirar y observar de lejos la gracia de tu sombra, esa que tan feliz me hacía. ¿Y dime qué hacer con la música muda que brota de mi garganta, con el llanto silencioso que sale desde la profundidad de mi pecho herido mientras llegan los recuerdos, las esperanzas perdidas, las promesas vacías? ¿Qué hacer con las horas vividas, con las viejas y nuevas heridas, esas que aparentemente hemos olvidado, pero siempre amenazan con consumir mi piel, consumirlo todo? ¿Tú dime vida que hacemos para borrar el pasado, para arrancar las penas del alma, para encontrar nuevamente la dulzura si mi fuete se ha secado? Para encontrar la calma, para no hallar mi muerte. ¿Tú dime cómo lograremos sacar y estrangular las voces de mi ya gastado y cansado corazón? Al borde de un abismo estoy, clamándole en silencio, sintiendo como mi voz retumba en el vacío, pidiéndote ¡Empújame! Pues ya no me encuentro a mí misma y ahora quiero solamente dormir, ser transportada entre nubes blancas, para aunque sea poder sentir su frescura, su humedad sobre mis mejillas y así quizás quiera volver a la vida, volver amarte. ¿Tú dime vida, como hacemos?