Te haría mío si me dejaras y tomaría de un suspiro todos los secretos de tu piel acaramelada, toda tu alma, haciéndote caer ante mi voluntad, haciendo mía tu entera intimidad, pero hoy no estás conmigo. Te haría mío si me dejaras y con mi boca viciosa comería de tu carne, saborearía tus ganas y tu dulce miel, probaría plácidamente, haciéndola recorrer todo mi cuerpo, mojándome de ti, llenándome de tu esencia, pero no estás conmigo. Y aun sabiendo que no estás, me conformo con tu único recuerdo, llevando mis manos a donde tú las llevaste, vistiéndome de fuego solamente yo entre mis sábanas blancas, más mi alocada y lívidamente. Hoy mi maldita alma adicta a tu presencia se humedece y te desea tanto que eyaculo de felicidad, mojando mis muslos como rocío mañanero, buscando aplacar las ganas de ser amada por ti una vez más, sacando las ansias de querer sentir el chasquear de tu piel contra mi piel. Hoy vuelvo a empezar y en mi mente te contemplo desnudo ante mi presencia, sintiendo la calidez de tus besos, sintiéndote recorrer y posar tus manos sobre toda mi inquietud, dándole paz a mis erizados y erectos senos, dejándome delirante ante todo lo sentido, perdiéndome en mi único y excitante mundo, mi mente. Hoy vuelvo a empezar y mi cuerpo pierde la noción de su existencia, haciéndome mía, entrando y saliendo, sintiéndome plena, queriendo tenerte, moviendo mi cuerpo a la merced de mis pensamientos, apretando mis manos y aferrando mi rostro contra mi almohada, gimiendo en silencio, pues no estás tú para sentir mi dulce canto. Hoy vuelvo a tocar el cielo y con mi mano izquierda te busco más con mi derecha, me doy amor, divino llegar el mío más triste, fatigar, pues me encuentro sola entre mis sábanas manchadas de ausencia, queriendo oír nuevamente la dulce voz de tu piel, mientras una vez más me acarició en silencio, buscándote, deseándote y esperándote eternamente. Te haría mío, pero no estás.