La primera guerra

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Año 2021

El destino de casi cien guerreros estaba a punto de ser escrito en la sala principal del castillo. Las alargadas sombras se proyectaban en las altas paredes de metal pulido, iluminadas por luces led que creaban reflejos azulados y futuristas. El ambiente estaba cargado de un fuerte olor a incienso. Los murmullos de los presentes reinaban como susurros del viento antes de la tormenta, inquietantes y llenos de presagios. Unos vibraban de orgullo, mientras que otros mostraban fuertes destellos de pánico. Muchas eran las personas que habían oído hablar del ejército, de los soldados, y mucho más de su líder.

Klevchrono era un ser despiadado, calculador y analítico que nunca toleraba la traición ni el fracaso. Su gran poder de oratoria lo convertía en un líder carismático capaz de persuadir y convencer al soldado más cabezota.

Quería que su ejército se caracterizase por seguir una doctrina diferente, aunque ni él ni sus soldados sabían que carecía de fundamento y de legitimidad. Era cómo un barco que navega sin brújula ni destino, el cual se ve perdido y naufragando. Se basaba en la mentira, el odio y el engaño. Una vez les dijo: "El odio que habita en nuestro interior tiene un sentido. Une a nuestro ejército y les proporciona un enemigo común". Creaban leyes arbitrarias sin ética y las aplicaban de acuerdo a sus propios intereses, exigiendo lealtad absoluta y castigando con la muerte a todo aquel que fallaba en sus objetivos.

Entre las filas, algunos guerreros intercambiaban miradas cargadas de dudas, preguntándose si la dirección en la que marchaban era la correcta. Pero el miedo a las consecuencias de la disidencia los mantenía en silencio, al menos por ahora.

Un muchacho joven que también pertenecía al ejército había salido corriendo de la sala con la cara descompuesta. Había estado inmerso en una conversación con otros dos jóvenes, los cuales siguieron hablando después de que se marchara.

—Podemos hacerlo ahora Adrien...—susurró uno de ellos en voz baja. El otro estaba nervioso, mirando en todas direcciones.

—No es buena idea. Si él se entera de que nos hemos ido y luego nos captura...—Adrien tragó saliva, su garganta seca por el miedo. —...nos torturará hasta la muerte. Recuerda que no tolera la traición.

—Le odio, Adrien. Le odiaré hasta el último día de mi vida. ¡Y solo este odio me dará la fuerza para huir!

—¡Chist!, no hables tan alto—dijo su compañero. Lanzó una mirada cautelosa alrededor—Este no es el momento y lo sabes. En unas horas tendrá lugar la guerra. Recuerda que casi todos los soldados han sido reclutados a la fuerza, por lo que huirán también. Él va a ser derrotado y no habrá nadie que vaya tras nosotros, así que debemos esperar a que se desate el caos. Confía en mí...

El muchacho se quedó callado, confiando en las palabras de su compañero. ¿Cuánto temor estaba sintiendo?, ¿Cómo había llegado su vida a ese extremo tan dramático y cruel?.

<<Te voy a hacer caso Adrien, porque lo que dices tiene bastante sentido. Solo espero que el miedo que tengo no me impida salir corriendo de este lugar>> pensó después.

Muchos se giraron para ver al joven que había salido corriendo. En una de las esquinas de la sala, bajo la enorme sombra de una columna, dos hombres hablaban en un tono silencioso.

—¿Qué te parece Ryan?, un guerrero que se asusta así no es un guerrero, sino un gusano indigno de formar parte del ejército de Klevchrono—afirmó uno de ellos con un atractivo corte de espada que le atravesaba el ojo derecho desde la comisura del labio hasta la base del pelo.

El otro se rió y bebió de su copa sin decir nada y sin apartar su socarrona mirada del pasillo por el que el muchacho había corrido despavorido.

En la parte derecha de la sala había un corredor amplio que conducía a una especie de cámara oculta. Al final, una extraña figura azulada y descarnada (como el holograma de un hombre) daba órdenes a cuatro guerreros en una cámara acorazada de baja altura y de forma rectangular. Los guerreros estaban posicionados en fila delante de un búnker espacioso y vacío.

Alan Carter y la destrucción del oráculoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora