El congreso de ciencia

114 15 75
                                    

Año 2025

El joven Peter Evans vivía temporalmente con su tío Thomas y su prima Ashley en Averytown, un barrio cuyas casas se sucedían en filas a lo largo de calles residenciales. Ese día acudiría junto a un amigo a un congreso de ciencia. Sin embargo, si hubiese sabido lo que ocurriría horas después de volver, no se le hubiese pasado por la cabeza salir de casa bajo ninguna circunstancia.

Peter Evans era un joven de quince años de carácter flemático, con inteligencia superior y personalidad ambiciosa. De altura considerable y cuerpo delgado como un alfiler, tenía un color de piel bastante moreno y su pelo era tan negro como el color del carbón.

Una mañana de septiembre de 2025, Peter dormía empapado en sudor. Sin embargo, sus constantes movimientos corporales indicaban que no era solo el calor lo que le incomodaba. La mente de Peter estaba inmersa en un sueño aparentemente misterioso. Se encontraba sentado sobre una gran piedra y a su alrededor podía observar cómo una enorme explanada de césped se extendía sobre una colina. Unas tiendas de campaña ocupaban casi todo el espacio.

Peter miraba con incredulidad cada uno de los componentes de aquella escena. De alguna extraña manera, sentía que su conciencia funcionaba dentro del sueño. <<Este sitio es extraño. Es tan confuso que no sé si es realmente un sueño. ¿Dónde estoy?, ¿Por qué tengo la sensación de que lo que estoy soñando es real?>> Las voces de los hombres y los gritos de los niños eran leves e inaudibles, pero se clavaban en su mente y le provocaba a su corazón un veloz latido.

De repente vio una pequeña luz que tenía forma triangular. Sus lados eran líneas rectas pero irregulares. En el centro de la forma había una frase que decía "triángulo de la creación". Entonces, la luz se agrandó cogiendo una forma ovalada y vertical. Empezó a caminar lentamente hacia ella con el brazo extendido. Cuando la luz se hizo tan grande como su cuerpo, Peter pudo comprobar como la forma de un rostro se empezó a formar en el cuerpo lumínico.

Veía la cara de un muchacho que no había visto antes. Tenía ojos amarronados y el pelo claro repeinado hacia atrás. Sentía su corazón bombear en sus sienes. Caminó unos pasos, con la intención de tocar ese rostro de naturaleza tan extraña. Lo estaba rozando con la mano cuando todo desapareció.

Un sonido melódico se repetía una y otra vez. Peter abrió los ojos de golpe y vio una estantería llena de libros. Observó uno sobre sistemas informáticos, otro de la teoría de la evolución de Darwin, y otro que hablaba sobre la creación y diseño de aplicaciones web. Se quedó mirando la pared, sin poder creer lo que acababa de soñar. ¿Quién era ese muchacho de naturaleza tan extraña?, si había sido un sueño tan real y tenía la sensación de haberlo vivido, ¿quería decir que se trataba de una escena del futuro que Peter viviría?

—¿Qué ha sido eso...?—se preguntó así mismo.

Peter presionó el botón del despertador y la alarma dejó de sonar. Todo en la habitación estaba tan limpio cómo una patena. Los libros estaban derechos y no tenían más de un centímetro de separación. En la mesita situada al lado de la cama había varios productos de limpieza. El escritorio estaba reluciente y la madera no tenía ni siquiera un rasguño. Bajo la cama descansaba un barreño con agua y lejía con una bayeta en su interior.

Peter se levantó y se dirigió hacia una enorme urna, en la que había un camaleón. Cogió un bote blanco de encima de la tapa de cristal. Después la abrió y dejó salir decenas de insectos en su interior.

—Hora de la comida Champ—dijo con una sonrisa.

El camaleón empezó a sacar la lengua en todas direcciones, atrapando a los insectos con una velocidad asombrosa. Ni siquiera su lengua se veía de lo rápido que entraba y salía de su boca.

Alan Carter y la destrucción del oráculoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora