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[Este capítulo narra acontecimientos pasados]


















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La primera vez que lo vió se podría decir que sintió algo de miedo, sus ojos lo intimidaban, bueno solo era un niño de ocho años, un niño que muchas veces fue víctima de burlas.

Pero era el hermano mayor de su nuevo..., más bien de su primer amigo.

Además, parecía totalmente desinteresado, cada vez que iba a esa casa parecía no importarle, fue creciendo junto a los hermanos bakugou.

La decisión de su madre había estado bien, cambiar de escuela y de casa, todo parecía ir por buen camino, Kotaro era prueba de ello, quien desde el primer día se mostró amable.

Pero, en la nueva escuela no tardaron en tratarlo mal, simplemente por ser amigo cercano del chico popular, tachando a este como un ser extremadamente bondadoso por juntarse con un cerdo feo.

Decidió ocultarlo, de Kotaro, de su madre, de todos.

Pero cargar una vez más con lo mismo, lo empezó a apagar.

Tomar distancia parecía una buena decisión. Y así, poco a poco dejo de ir menos a la casa de los Bakugou.

Pero sin darse cuenta, las burlar pararon y se empezó a sentir solo, ¿Había estado bien la decisión que tomó? En este momento parecía no ir bien.

— Oye — Escuchó. Era Kotaro quien lo miraba desde arriba, al estar sentado, lo quedó viendo esperando a que siga hablando, se sentía raro, dolía, porque la decisión de alejarse había sido propia. — Mi cumpleaños se acerca y..., no sé, quizás — Suspiró, se notaba algo nervioso e inquieto. — Lo que quiero decir es... ¿Quieres asistir a mi fiesta de cumpleaños?

Izuku abrió los ojos grandes, a pesar de todo Kotaro seguía pensando en él, no recordaba la última vez que había ido a un cumpleaños ya que años anteriores se había negado, oh, quizás por eso estaba tan nervioso, quizás pensaba que nuevamente lo iba a rechazar.

Izuku se sentó derecho, y sonriendo levemente, asintió. — Está bien, ahí estaré.

— ¿Enserio? — Preguntó emocionado, se le notaba en los ojos, ese color rojo brillaba intensamente, tan diferente a su hermano mayor. — No te vayas a arrepentir, te estaré esperando.

Había aceptado. Había aceptado.

Y ahora no sabía que ponerse, suspiró cansado de revisar su armario, pero veía ropa vieja a montones, ropa que ahora le quedaba increíblemente grande.

Se preguntaba, en qué momento había bajado tanto de peso.

Se sintió extraño, el pensamiento por primera vez pasando por su mente, había bajado sin darse cuenta, esas dos palabras seguían rondando.

Cerdo feo.

¿Había dejado de serlo? No podía asegurarlo, solo había bajado unos kilos.

Volvió a suspirar, estaba divagando y debía ir a un cumpleaños en treinta minutos, tomó una polera negra, un pantalón del mismo color, un poleron naranjo, y sus zapatillas igualmente negras.

De todos modos, se dió cuenta de que todo le quedaba grande, pero aunque sea ropa vieja, seguía en buen estado, y no estaba como para pedirle a su madre que gaste de manera innecesaria.

Al llegar lo invadió una sensación de nostalgia, quizás había pasado unos cuantos años desde que no pisaba esa casa.

Tocó al timbre y una mujer hermosa lo recibió.

Pesadilla, Sueño, Fantasía.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora