Pesadilla, Sueño, Fantasía.

Tu mejor amigo

El viaje podría a ver sido rápido, pero ninguno quería desaprovechar el tiempo que tenían a solas. Sin embargo, tarde o temprano debían llegar a casa del menor.

Estacionó la moto en la vereda, lo primero que notaron eran las luces de la casa apagadas.

Katsuki lo ayudó a quitarse el casco, se veía tan tierno con el cabello despeinado. No quería despedirse de ese chico de lindos ojos esmeralda e Izuku pareció notarlo.

— Senpai... ¿Quiere entrar un rato?

Ocultando sus nervios el mayor acepto, de inmediato el peliverde lo tomó de la mano atrayendolo para que camine junto a él, sin importarle que algún vecino los viera.

Katsuki estaba nervioso, era la primera vez que entraba a la casa del peliverde, se sentía como si estuviera haciendo algo malo.

— Puedes tomar asiento donde gustes, senpai.

Le dijo una vez había prendido uno que otra luz.

Katsuki se veía rígido en el sillón, esto solo causó risa al menor. El cenizo era alto y fornido, pero en ese preciso momento se veía muy chiquito.

— ¿Está bien? — le preguntó acercándose con dos vasos de jugo.

"Gracias" Murmuró el cenizo, dando un sorbo al jugo, sentía la boca seca. Una vez más tensando los músculos cuando notó a Izuku de pie frente suyo. Dejando el vaso de lado, posó sus manos en la cintura del menor, tirando tantito para que esté se siente en su regazo.

Izuku lo veía con ojos de cariño.

— Eres hermoso. — Susurró el cenizo — No me gusta verte llorar, pequeño.

Izuku se encondio en el cuello del mayor, no queriendo apartarse de él como tuvo que hacerlo hace un par de horas.

— No me gusta verte sufrir — volvió a susurrar, dando caricias en la espalda baja por sobre la ropa.

— Kotaro tenía razón. — Murmuró saliendo tantito de su escondite. — Lo sabías todo.

El cenizo detuvo las caricias, alejando al menor de su cuerpo para verlo a la cara. — Izuku me gustas, te quiero.

— Sen'senpai

— Hubiese sido un hijo de puta si simplemente me quedaba viendo como sufrías.

La mirada tan intensa de Katsuki le hacía saber que era sincero. Su corazón latiendo fuertemente, preguntándose cómo es que este senpai tan increíble se enamoró de un don nadie.

— ¿Qué hiciste con esa gente?

Katsuki desvió unos segundos la mirada. — Solo esto y aquello.

— Senpai.

— Bien~ mis puños jugaron un poco con ellos.

El living se inundó de la fuerte risa del peliverde, Katsuki jurando que escuchaba a los angeles. Era tan bello, su risa y sonrisa eran sin duda su motivo de vivir.

Katsuki no pudo reprimir más sus ganas de tener algo del menor. Sus manos se movieron con agileza por el cuerpo de Izuku, así llegando hasta sus mejillas, el peliverde de inmediato detuvo su risa, para apreciar el rostro del mayor.

— Pequeño~ me vuelves loco.

Izuku sonrió, las grandes manos que acariciaban su rostro eran delicadas y suaves, posó las propias en las de Katsuki, refugiándose.

La calidez provocó que cerrará sus ojos. Se sentía bien, se sentía tranquilo y protegido.

Un primer beso en su frente, un segundo beso en su nariz, abrió los ojos solo para ver esos rubí deseosos.