Escuché que Claire, mi prometida, estuvo dando vueltas por el palacio todo el día.
Después de las disposiciones del consejo, estuve leyendo algunos informes hasta que mi asistente, Eric, me indicó que era el momento para realizar algo recreativo, entonces me puse una armadura ligera y cabalgué hasta el campo de arquería.
Veo que Claire aceptó mi propuesta ya que está delante de mí con un arco en su mano.
—Su majestad. —Se inclinó al verme.
—... Claire, gracias por aceptar mi invitación, te ves preciosa.
—Igual que usted majestad, es un placer para mí acompañarla.
Sonreí y tensé la flecha en un arco para posteriormente tirar y ver cómo la flecha se clavó casi al centro del blanco y con una mirada presumida volví verla.
—¿Te impresioné no es así? Más que una buena arquera, soy una buena maestra así que...
Antes de terminar de decir mi frase, tensó su flecha y disparó. Fue un tiro perfecto, justo en el centro. Me maravillé con su habilidad y no dudé en expresarlo.
—¡Eres grandiosa! ¿No quieres aconsejarme?
Ella estaba a punto de decirme algo cuando una de las sirvientas le hizo una expresión extraña, cómo queriendo comunicarse en secreto y al parecer, Claire lo descifró e inmediatamente hizo una reverencia.
—Su majestad, yo no quería ofenderla, fue cuestión de suerte, sus habilidades son sin duda mejores que las mías.
Ah, era eso, me dio tanta gracia que empecé a reír.
—Estoy segura de que tengo mucho que aprender de ti en el arco, menos mal que es solamente mi afición y no mi arma favorita. No hay duelo de espadas que no pueda ganar.
—Su majestad yo...
—Sólo llámame Amelia, está bien, quiero que tengas una vida pacífica en mi palacio, así que no me veas como tu esposa, seamos amigas, estoy segura de que podemos aprender mucho una de la otra.
Por supuesto que sé que la amistad no existe para quienes controlan el mundo, sin embargo, es la hija de un hombre que podría ser mi enemigo, si intento ganar su amor, la alejaré, pero si soy su amiga de confianza podrá hablar bien de mí.
—En ese caso, gracias Amelia, eres mejor de lo que escuché.
—Por cierto, si tienes un problema con una de mis concubinas, deberías hablar con alguna encargada del harén, sólo la madre emperatriz puede decidir qué hacer con ellas.
—Ella me faltó el respeto, debía demostrarle la realidad.
—Aun así, no deberías luchar con ellas. —Volví a tensar el arco y apuntar hacia el objetico—. Ellas luchan por ver quién criará a mis futuros príncipes, pero para demostrar tu poder te haré mi esposa y te daré a mi primer hijo.
—Bien, pero aun así no permitiré que nadie me falte el respeto, ni siquiera usted.
—No permitiré que nadie vuelva a faltare el respeto, así que también debes respetarme y no tocar lo mío, ciertamente ella es mi favorita. —Lancé la flecha y cortó la que Claire había lanzado previamente.
—Ciertamente su esposa seré yo, así que si quiere protegerla y rebajarme deberá casarse con ella mejor.
Se me olvida que estoy hablado con una mujer de la nobleza.
—¿Intentas retarme? —Le pregunté.
—No pretendo enemistarme con usted por una simple concubina, seamos amigas, Amelia deberías entenderme, nunca estar en mi contra.
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Esposa de la emperatriz
RomansaHistoria Lésbica medieval. Tras la muerte de su padre y acabar con la vida de su hermano, Amelia asciende al trono y se ve obligada a casarse con la única hija de una familia influyente en el imperio para mantener el equilibrio de poder. Claire se d...