Andy
Mi pesadilla empezó así:
Estaba en una calle desierta de un pueblecito de la costa, en mitad de la noche, y se había desatado un temporal. El viento y la lluvia azotaban las palmeras de la acera. Una serie de edificios rosa y amarillo, con las ventanas protegidas con tablones, se alineaban a lo largo de la calle. A sólo una manzana, más allá de un seto de hibisco, el océano se agitaba con estruendo.
"Florida", pensé, aunque no estaba muy segura de cómo lo sabía. Nunca había estado en Florida.
Luego oí un golpeteo de pezuñas sobre el pavimento. Me di la vuelta y vi a mi amigo Grover corriendo para salvar su vida.
Sí, dije "pezuñas".
Grover es un sátiro. De cintura para arriba, parece el típico adolescente desgarbado con una pelusilla de barba y un serio problema de acné. Camina con una extraña cojera, pero nunca adivinarias que hay algo en él que no es humano, a menos que lo sorprendas sin pantalones (cosa que no te recomiendo). Unos jeans holgados y unos zapatos con relleno disimulan el hecho de que tiene pezuñas y unos peludos cuartos traseros.
Grover había sido mi mejor amigo en sexto curso y había participado conmigo, mi hermano gemelo Percy, una chica llamada Annabeth en nuestra aventura para salvar el mundo. Pero no lo había visto desde el mes de julio, cuando emprendió solo una peligrosa búsqueda de la que ningún sátiro había regresado vivo.
El caso es que, en mi sueño, Grover venía huyendo con la cola entre las patas y los zapatos en las manos, como hace siempre que necesita moverse deprisa. Pasó al galope frente a las tiendas para turistas y los locales de alquiler de tablas de surf, mientras el viento doblaba las palmeras casi hasta el suelo.
Grover estaba aterrorizado por algo que había dejado atrás. Debía de venir de la playa, porque tenía el pelaje cubierto de arena húmeda. Había conseguido escapar y ahora trataba de alejarse de algo. Un rugido estremecedor resonó por encima del fragor de la tormenta. Detrás de Grover, en el otro extremo de la manzana, surgió una figura indefinida que aplastó una farola, que acabó estallando en una lluvia de chispas.
Grover dio un traspié y gimió de puro terror mientras murmuraba: "Tengo que escapar. ¡Tengo que avisarles!"
Yo no lograba distinguir quién o qué lo perseguía, pero oía a aquella cosa refunfuñar y soltar maldiciones. El suelo temblaba a medida que se aproximaba. Grover dobló a toda prisa una esquina y titubeó; se había metido en un patio sin salida, lleno de tiendas, y ya no tenía tiempo de retroceder. La puerta más cercana se había abierto con los embates del temporal. El letrero que coronaba el escaparate, ahora sumido en la oscuridad, ponía: «VESTIDOS DE NOVIA ST. AUGUSTINE.»
Grover entró corriendo y se ocultó tras un perchero repleto de vestidos de novia. Raro, ¿no tendría que pedirme ser la dama de honor primero? ¡¿Y no me dijo que se iba a casar?!
La sombra del monstruo pasó por delante de la tienda. Incluso yo podía olerlo. Era una combinación repugnante de lana mojada y carne podrida, con ese agrio olor corporal que sólo los monstruos son capaces de despedir; algo así como una mofeta que sólo se alimentara de comida mexicana. Lo cual causó que a mi yo del sueño le dieran ganas de vomitar.
Grover temblaba tras los vestidos de novia y la sombra pasó de largo.
Ya no se oía más que la lluvia. Grover respiró hondo. Quizá la cosa se había ido.
Entonces centelleó un relámpago y explotó la fachada entera de la tienda, mientras una voz monstruosa bramaba: «¡¡¡Mííííía!!!»
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Los Gemelos Jackson y el Mar de los Monstruos
FanficPercy y Andy han vuelto para otra aventura. Con más locuras y desastres. Leer el ladrón del Rayo antes. Actualizaciones cada semana. El mundo de Percy Jackson le pertenece a Rick Riordan. Solo Andy es mía.