Percy
El día empezó de un modo normal, o por lo menos tan normal como puede serlo en la Escuela Preparatoria Meriwether.
Ya sabes, esa escuela «progresista» del centro de Manhattan, lo que significa que nos sentamos en grandes pufs, no en pupitres, no nos ponen notas y que los profesores llevan tejanos y camisetas de rock, lo cual a mi hermana y a mí nos parece increíble.
Andy y yo padecemos THDA, Trastorno Hiperactivo por Déficit de Atención, y además somos disléxicos, como la mayoría de los mestizos. Por eso nunca nos iba bien en los colegios normales, incluso antes de que acabáramos expulsados. Lo único que Meriwether tenía de malo era que los profesores siempre se concentraban en el lado más brillante y positivo de las cosas. Mientras que los alumnos... bueno, no siempre resultaban tan brillantes.
Pongamos por caso la primera clase del día, la de Inglés. Todo el colegio había leído ese libro titulado El señor de las moscas, en el que un grupo de chicos quedan atrapados en una isla y acaban chalados. Así pues, como examen final, los profesores nos enviaron al patio de recreo y nos tuvieron allí una hora sin la supervisión de ningún adulto para ver qué pasaba. Y lo que pasó fue que se armó un concurso de collejas entre los alumnos de séptimo y octavo curso, además de dos peleas a pedradas y un partido de baloncesto con placajes de rugby. Incluso Andy participó en la pelea cuando la perdí de vista. La encontré lanzando piedras y gritando "¡Libertad!". Tuve que arrastrarla. Pero fue el matón del colegio, Matt Sloan quien dirigió la mayor parte de las actividades bélicas.
Sloan no era grandullón ni muy fuerte, pero actuaba como si lo fuera. Tenía ojos de perro rabioso y un pelo oscuro y desordenado; siempre llevaba ropa cara, aunque muy descuidada, como si quisiera demostrar a todo el mundo que el dinero de su familia le traía sin cuidado. Tenía mellado uno de sus incisivos desde el día que condujo sin permiso el Porsche de su padre para dar una vuelta y chocó con una señal de «ATENCIÓN: NIÑOS — REDUZCA LA VELOCIDAD».
El caso es que Sloan estaba repartiendo tortas a diestro y siniestro cuando cometió el error de intentar darle una a Tyson.
Tyson era el único niño sin techo de la Escuela Preparatoria Meriwether. Por lo que Andy, nuestra madre y yo habíamos deducido, sus padres lo habían abandonado cuando era muy pequeño, seguramente por ser... tan diferente. Medía uno noventa y tenía la complexión del Abominable Hombre de las Nieves, pero lloraba continuamente y casi todo le daba miedo, incluso su propio reflejo. Tenía la cara como deformada y con un aspecto brutal. Andy y yo no sabríamos decir de qué color eran sus ojos, porque nunca nos animamos a mirarlo más arriba de sus dientes torcidos. Aunque su voz era grave, hablaba de un modo más bien raro, como un niño mucho más pequeño, supongo que porque nunca había ido al colegio antes de entrar en el Meriwether. Llevaba unos tejanos andrajosos, unas mugrientas zapatillas del número 50 y una camisa a cuadros escoceses con varios agujeros. Olía como huelen los callejones de Nueva York, porque vivía en uno de ellos, junto a la calle Setenta y dos, en la caja de cartón de un frigorífico.
La Escuela Meriwether lo había adoptado como un proyecto de servicios comunitarios para que los alumnos pudieran sentirse satisfechos de sí mismos. Por desgracia, la mayoría no soportaba a Tyson. En cuanto descubrían que era un blandengue, un blandengue enorme, pese a su fuerza descomunal y su mirada espeluznante, se divertían metiéndose con él. Andy y yo éramos prácticamente sus únicos amigos, lo cual significaba que él era nuestro único amigo.
Mi madre había protestado un millón de veces en el colegio y los había acusado de no estar haciendo lo suficiente para ayudarlo. También había llamado a los servicios sociales. Y una vez Andy le reclamó al director. Pero al final nunca pasaba nada. Los asistentes sociales alegaban que Tyson no existía. Juraban y perjuraban que habían ido al callejón que les habíamos indicado y que nunca lo encontraban allí. Cómo puede ser posible no encontrar a un niño gigante que vive en la caja de un frigorífico, eso no lo entiendo.
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Los Gemelos Jackson y el Mar de los Monstruos
FanfictionPercy y Andy han vuelto para otra aventura. Con más locuras y desastres. Leer el ladrón del Rayo antes. Actualizaciones cada semana. El mundo de Percy Jackson le pertenece a Rick Riordan. Solo Andy es mía.