Aceptamos regalos de un extraño

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Andy

Tal como lo veía Tántalo, los pájaros del Estínfalo estaban en el bosque ocupados en sus propios asuntos y no nos habrían atacado si Percy Annabeth, Tyson y yo no los hubiéramos molestado con nuestra manera de conducir los carros.

Aquello era tan rematadamente injusto que le dije que se fuera a perseguir dónuts a otra parte, cosa que no ayudó a mejorar las cosas. Nos condenó a los cuatro a patrullar por la cocina, o sea, a fregar platos y cacharros toda la tarde en el sótano con las arpías de la limpieza. Las arpías lavaban con lava, no con agua, para obtener aquel brillo súper limpio y acabar con el 99,9 % de los gérmenes. Así que Annabeth, Percy y yo tuvimos que ponernos delantal y guantes de asbesto. Intenté lanzarle lava a una de las arpías, pero Percy y Annie no me dejaron.

A Tyson no le importaba; sumergió sus desnudas manos y empezó a fregar, pero Annabeth Percy y yo tuvimos que soportar durante horas aquel trabajo peligroso y sofocante, especialmente porque había toneladas de platos extra. Tántalo había encargado a la hora del almuerzo un banquete especial para celebrar la victoria de Clarisse: una comida muy completa que incluía pájaros del Estínfalo fritos a la paisana.

Lo único bueno del castigo fue que nos proporcionó a los tres un enemigo común y tiempo de sobra para hablar. Después de escuchar otra vez el relato de mi sueño sobre Grover, me pareció que quizá empezaba a creernos.

-Si realmente lo ha encontrado -murmuró-, y si pudiéramos recuperarlo...

-Espera un momento -dijo Percy-. Actúas como si eso que Grover ha encontrado, sea lo que sea, fuera la única cosa del mundo capaz de salvar al campamento. ¿Qué es exactamente?

Asentí en apoyo.

-Les voy a dar una pista. ¿Qué es lo que consigues cuando despellejas a un carnero?

- ¿Montar un estropicio? -bromeamos.

Ella suspiró.

-Un vellón. La piel del carnero se llama vellón o vellocino, y si resulta que ese carnero tiene lana de oro...

-El Vellocino de Oro. ¿Hablas en serio? -dije.

Annabeth dejó en la lava un plato lleno de huesos de pájaro.

-Percy, Andy ¿se acuerdas de las Hermanas Grises? Dijeron que conocían la posición de lo que andaban buscando, y mencionaron a Jasón. También a él le explicaron hace tres mil años cómo encontrar el Vellocino de Oro. Conoces la historia de Jasón y los Argonautas, supongo.

- ¡Sí! -dije-. Esa vieja película con los esqueletos de arcilla.

-La que era super aburrida-dijo mi hermano.

Annabeth puso los ojos en blanco.

- ¡Oh, dioses! Son imposibles.

- ¿Cómo era, pues? -replicó Perce.

-Escúcheme bien. La verdadera historia del Vellocino de Oro trata de dos hijos de Zeus, Cadmo y Europa, ¿sí?, que iban a convertirse en víctimas de un sacrificio humano y suplicaron a su padre que los salvara. Zeus envió un carnero alado con lana de oro, que los recogió en Grecia y los trasladó hasta Cólquide, en el Asia Menor. Bueno, en realidad sólo trasladó a Cadmo, porque Europa se cayó en el trayecto y se mató. Pero eso no importa.

-A ella sí le importaría...-dije, mirando por si había algún fantasma.

-La cuestión, ¡Andy!, es que cuando Cadmo llegó a Cólquide, ofrendó a los dioses el carnero de oro y colgó el vellocino en un árbol en mitad de aquel reino. El Vellocino llevó la prosperidad a aquellas tierras; los animales dejaron de enfermar, las plantas crecían con más fuerza y los campesinos obtenían cosechas abundantes. Las plagas desaparecieron, y por eso Jasón quería el vellocino, porque logra revitalizar la tierra donde se halla. Cura la enfermedad, fortalece la naturaleza, limpia la polución atmosférica...

Los Gemelos Jackson y el Mar de los MonstruosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora