25. Aida

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_ ¿Qué hacéis aquí hija?.- Me pregunta mi madre tras abrir la puerta de la casa.

_ Hola madre, si yo también te quiero.- Le digo sarcásticamente ¿Cómo es posible que me reciba de aquella manera?.

_ Ya hija. - Roda los ojos y se hace a un lado. _ Entra.

_ ¿Aroa y papá aun no llegan?.- Le pregunto mientras me siento en el sofá de la sala de estar.

_ No, llegan justo a las 20. Te amo hija pero ¿Qué hacéis acá? ¿Todo bien en el apartamento?.- Me pregunta sentándose a mi lado.

_ Todo bien, solo que....yo....em...

_ La extrañas ¿Verdad?.

_ Si. Dos días sin ella han sido una eternidad y estar sola en nuestro hogar no ayuda mucho. Por eso, al salir de la Uni, preferí venir aquí y pasar el tiempo con vosotros.

_ Mi niña.- Me abraza tiernamente.

Eso es lo bello de una madre, sabe lo que necesitas y te conoce. Mi mami es la mejor del mundo mundial. Espero ser de igual forma con mis pequeños Lucildos.

_ ¿Llegará en la madrugada?.

_ Si, a las 7 de la mañana, se supone. Casi no hemos hablado nada, solo un par de mensajes y el último me decía que no tenía tiempo ni para respirar.

Mi mamá me comenzó a acariciar la mejilla, dándome más calma. — Debéis acostumbrarte cariño, tu prometida es médica y su vida es y será así. Al igual que la tuya.

_ Si, pero son los primeros días y me está costando mucho. No me gusta comer sola y menos dormir sin ella.

_ Mi pequeña.

Pase toda la tarde con mi madre. Casi en la noche, llegó Aroa y mi padre. Se sorprendieron al verme, al igual que mi mamá al principio.

Cenamos y les platiqué de mi primer y segundo día, lo guay que me había sentido y lo emocionada que estoy de poder ver un cadaver por primera ves.

Se ofrecieron a acompañarme a comprar mis implementos necesarios para el laboratorio de Anatomía, pero me negué, quiero ir con mi prometida y todo calza, ya que mañana tendrá libre.

Ya siendo bien tarde, regresé al apartamento. Estaba tan vacío, tan triste ¡Joder! Ahora veo que Lu le da mucha luz a este lugar. Incluso su piano se ve muy triste, todo apagado y desolado en la esquina del salón principal.

"Es mucho espacio para mi sola".

Subí y me di una ducha. Revise, por última vez mi móvil haber si tenía algún mensaje nuevo de mi novia, pero nada.

Me metí a la cama y puse una peli. Iba a ponerme a revisar TokTik pero....me da mucha nostalgia.

Luego de algunos minutos, me dormí sin más.

A la mañana siguiente, sentí un bulto pesado en la mitad de mi cuerpo, abrí los ojos abruptamente y la vi. La palma de su mano estaba sobre mi mejilla, yacía vestida y con las zapatillas puestas. Se notaban sus ojeras claramente y, sobre parte de mi pecho, tenía una mancha de agua. Estaba babeando.

No me importó nada, ni siquiera su cansancio, así de egoísta soy.

La giré colocándola boca arriba y la besé con desespero, mucho, pero mucho desespero.
Aún así no despertó, incluso escuché un pequeño ronquido.

Decidí no seguir besándola. Me levante y le saqué las zapatillas, sus calcetines, el pantalón, la camiseta junto con la chaqueta, dejándola solamente en ropa interior.

Coleguis | Mi corazón blanco es tuyo 🤍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora