En las cercanías de la escuela de Sisyphus y Écarlate, una camioneta se estacionó. De su interior, Papá y Milo bajaron a recoger a los niños, mientras Barão y el pequeño Patito esperaban en el vehículo. Krest se recargó contra su almohadita pensando en muchas cosas.
—¿Qué te tiene tan silencioso, Patito? —se asomó el carioca por el asiento del conductor.
—Ah «pos» muchas cosas.
—¿Quieres contarme?
—Ah, «chi» —palmeó el lugar a su lado.
Barão entendió la indicación y tras unas maniobras, ocupó un lugar a la vera del niño.
»Me «pelié» con mi ya-no-amigo.
—¿Con Kiki? —arqueó una enorme ceja—. Vaya, eso es muy triste.
—No, no lo es —se intentó cruzar de brazos y como siempre, le salió un abrazo de momia—. ¡Él me dijo de cosas!
—¡No! —se puso una manaza sobre el pecho con espanto—. ¿Qué te dijo para ofenderte tanto?
—Me dijo Paballedo del Sapo, que soy feo y lo «peod» de lo «peod» —pausó para hacer más dramático todo—, ¡que Papá es feo!
Barão abrió grandototototes los ojos, como todo en él, y se cubrió la cara con las manos.
—¡Eso te lastimó mucho!
El carioca acudió la cabeza compungido y sin quitarse las manos de la cara. Krest podía ver cómo se le agitaban los hombros de... de... ¡pos de tristeza! ¿De qué más?
—«Chi» y Papá «quiede» que yo me disculpe con él. ¡Nunca! Es un «enemibo» y a los «enemibos» no se les dan disculpas —formó otro abrazo de momia.
Tras unos momentos, Barão logró superar esa tristeza y se puso muy serio.
—Cuéntame, ¿cómo pasó tan tremenda desgracia, Paballedo del Patito?
—«Pos... pos...»
Se lo contó: lo del gusano, lo de la popó de pájaro, los dimes, diretes, el lodo, los insultos y al final, la técnica fallida con el consabido encuentro titánico de frentes y... el chipote.
—Ya entiendo, ¡por eso tienes esa herida en tu frente que antes no estaba! —se tapó la boca con sorpresa.
—«Chi» —se puso muy serio—, es mi herida de «beda».
—Claro, tu herida de «guerra».
—«Chi» —se chupó el pulgar.
Barão se estiró y sacó algo de la guantera.
—Mira, esto es de Milo, pero él te quiere tanto, que de seguro no le molestará si te doy uno.
Krest dudaba que Patotas le quisiera un poquito, pero apenas le mostraron el Chupa Chups, supo que sí, Dicitos lo querría mucho y no se enojaría. Barão le quitó la envoltura, Krest lo tomó con sus manitas muy feliz y ¡ñam!
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Las aventuras del Paballedo del Patito | Yaoi
FanfictionKrest es un niño de tres años de naturaleza vivaz, inquieto y con una imaginación nutrida, que se considera a sí mismo un Caballero de Athena que lucha por el amor y la justicia. Su única preocupación es jugar con sus hermanos, comer chocolates, do...