Jardín Pre-escolar de los Elíseos
Lunes 9:13 am.
—¡Hola! —el pequeño azabache de ojos azules agitó su manita derecha con una enorme sonrisa al frente del salón—, yo me llamo Acuadio, ya cumplí así —mostró tres deditos al frente muy orgulloso—, mi papá se llama Camus y tengo dos hermanos. Me gusta el chocolate y ver Saint Seiya. ¡Mucho gusto!
Así se presentó el pequeño Krest ante el resto de sus compañeros en la salita 1-A, que lo miraban expectantes en este primer día de clases en el preescolar.
Había practicado mucho toda la semana para ser muy formal y más que eso, para decir bien las palabras, así que sonrió muy contento y orgulloso de su hazaña.
Porque sí, lo había logrado o eso pensó hasta que...
—No, no te llamas «Acuadio», tú eres «Krest» —corrigió la profesora con tono retintín.
—«Nu», yo me llamo Acuadio, no así —insistió el pequeño sacudiendo sus rizos azabaches al ritmo que movía categórico su índice de derecha a izquierda.
—A ver, la tarjeta de presentación que cuelga en tu pecho dice que te llamas «Krest» —volvió a comentar la educadora armándose de paciencia.
—¡Que sí doña, pero no! —refutó reuniendo sus cejas arriba de su tabique nasal. Sus ojos la miraban molesto y ya estaba poniéndose de malas—. Me llamo Acuadio y...
—No soy «doña» —le interrumpió—, me tienes que decir «maestra» y te llamas «Krest».
Krest chasqueó la lengua y rodó los ojos dentro de sus cuencas. Para quien lo conociera -que en estos momentos era nadie-, podría notar que ya estaba poniéndose su armadura de combate; porque si de algo se caracterizaba el chiquito, era de pelear hasta ganar la contienda cuando algo le importaba.
Y a él, le importaba que le cambiaran el nombre y sus compañeritos le conocieran por «Acuario» y no por «Krest».
¿Por qué su papá le había puesto tan horrible nombre?
Era impro... Impro... nun... cia...
Bah. ¡No podía decirlo!
—Doña, «maestla», «seño», como sea, pero me entendió —le quitó importancia al título encogiendo sus hombros con fastidio.
Para él, era lo mismo. De cualquier forma la otra le respondía. Era incomprensible que se pusiera tozuda por una tontería.
—No es «como sea» —le corrigieron de nuevo—, tienes que decirme «maestra».
—Ash, qué terca —se golpeó la cara con la palma—. ¿Por qué tu papá te hizo tan tonta? —le soltó ya crispado de los nervios y aleteando las manitas como pato.
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Las aventuras del Paballedo del Patito | Yaoi
Fiksi PenggemarKrest es un niño de tres años de naturaleza vivaz, inquieto y con una imaginación nutrida, que se considera a sí mismo un Caballero de Athena que lucha por el amor y la justicia. Su única preocupación es jugar con sus hermanos, comer chocolates, do...