Capítulo 1:

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1 semana antes de lo ocurrido:

Desde que uno es pequeño le forjan a uno lo que son valores, metas, objetivos y la importancia de estudiar una buena carrera y poder tener una vida cómoda y estable, lo que vendría encajando en clase media o al menos en esa encajo yo. Mi sueño siempre había sido ir a Cambridge, por lo que pasé por muchos obstáculos y situaciones para estar donde estoy. Una beca no es fácil de conseguir y menos para una universidad tan conocida, pero, lo había logrado y no podía estar más feliz. Aun así eso costara estar lejos de mi familia, al final valdrá la pena.

"Sí, mamá. Ya me lo has repetido muchas veces: cierra con llave todas las ventanas cuando te vayas a acostar y a las puertas mételes seguro, y duerme con Peber al lado. Ya lo sé, madre, no tienes que seguir repitiéndolo. Ya no soy una niña — Contesté a regañadientes. En el proceso intentaba sostener el teléfono entre mi hombro y oído, mientras intentaba entrar dos de las maletas dentro del apartamento, agradeciendo de manera silenciosa al chico del portal por haberme ayudado con el esto. De verdad era demasiado.

"Sí, mamá. Ya los de la inmobiliaria dejaron todo ¿Te puedo llamar más tarde? Tengo muchas cosas que hacer"—Ni siquiera la dejé terminar cuando ya había colgado la llamada. Podría amar mucho a mi madre, pero a veces esa doña podía ser muy insoportable y repetitiva.

¡Que comience la diversión! En serio, cuando ordenar se vuelva divertido, que alguien me avise. Creí que lo más conveniente sería comenzar en la habitación, era lo de mayor prioridad, por lo que no perdí tiempo en comenzar a desempacar e ir acomodando en los cajones. Iba a doblar otra camisa, pero escuché un ruido en la cocina, así que caminé hasta la cocina y había un plato roto en el suelo, ¿pero cómo? ¡Si yo no había sacado nada aún! Ahí recordé a Peber, por lo que supuse que lo había hecho para llamar la atención, quizá tenía hambre o ganas de salir. Después de recoger las piezas rotas y depositarlas en la basura volví a la habitación. Nuevamente, comencé a doblar más ropa, cuando Peber comenzó a ladrar muy fuerte y de manera repetitiva. Mi primer instinto fue mirar en la dirección de los ladridos, pero no había nada. Tal vez seguía nervioso por el gran cambio.

"Tranquilo, no hay nada ahí"—Susurré de manera tranquilizadora, mientras mis manos se deslizaban por su pelaje, acariciando detrás de sus orejas. —"Ven, Peber, acuéstate en la cama, estaré aquí" —Pensé que me haría caso, pero comenzó a seguirme por toda la pieza, así solo moviera un dedo, el estaba ahí.

"Tranquilo, amigo, te vas a marear. Vete, acuéstate en tu cama y me observas desde ahí."—Milagrosamente, me hizo caso en esta ocasión. Aunque desistió de perseguirme, sus ojos se mantenían siguiendo cada uno de mis movimientos, era gracioso.

Cuando terminé en la habitación, continué con la cocina. Acomodé los platos, las tazas, los utensilios para comer y cocinar. Terminando por conectar los aparatos electrónicos y apilar las cajas que había utilizado y así poder llevarlas al reciclaje. Al cruzar la sala algo pasó rápidamente por el pasillo, no evité asustarme, por lo que corrí de vuelta a la cocina por un sartén. No era la mejor arma, pero al menos era algo. Tampoco quería salir en las noticias por una muerte rápida, al menos una muerte bien batallada y digna. Escuché un ruido en el baño, no perdí tiempo y empuñé mi súper arma dentro del baño, pero al entrar no había nada. Dejé escapar un suspiro y regresé a la sala para empezar a acomodar ahí. Después de eso, no volví a escuchar nada más. Ordené lo poco que me quedaba y me senté en el sofá, tratando de respirar normal, ya que me había fatigado por todo lo que hice, pero valió la pena. Iba a tomar una ducha, pero tocaron la puerta, me levanté un tanto molesta, pero de igual manera, abrí la puerta encontrándome con los vecinos. Les sonreí de manera falsa, no me gustaba recibir personas en aquellas fachas y mucho menos con el olor que me cargaba.

"¡Bienvenida!" —Saludó efusivamente el que parecía más joven.

"Hola" —Mi palabras salieron con cierta monotonía, intentando sonreír lo más creíble posible.

"Mi nombre es Patrick, linda" —Extendió sus manos, por lo que supuse que quería un apretón de manos, el cual no dudé en aceptar y hacer una pequeña reverencia. — "Ekaterina, un gusto."

"El gusto es mío, linda. Mira, preparé un pastel de chocolate para ti de bienvenida, espero que te guste. De igual manera, solo venía por esto, porque me imagino que debes de estar muy ocupada y no me gusta ocupar el tiempo de los demás, querida." —Aquel chico sí que tenía energías. Hablaba y actuaba muy rápido. Asentí desconcertada y se fue contoneando sus caderas. Después de aquel encuentro fui a la cocina, dejando ese delicioso bizcocho en el refrigerador. Cuando por fin creí que podría ducharme, mi madre llamó al teléfono.

"¿Qué pasa, madre?" —Pregunté de manera corta, pues hace algunas horas habíamos hablado y pensé que sabía que me encontraba muy bien. —"Ve, cierra la puerta y las ventanas."— Bueno, mi madre me conocía muy bien, aun no había cerrado nada e incluso se me había olvidado. —"Voy." —Mi contestación se extendió un poco más de lo común, sabiendo que le molestaba cuando extendía las palabras. Al cerrar todas las ventanas y puertas, le dejé saber y así mantenerla calmada. —"Ya, era para eso, te cuidas. Te amo, hija." "Vale, mamá. Yo también te amo."

Esta vez sí logré bañarme. Estaba a mitad de mi baño cuando escuché un nuevo ruido — "¿Peber?" — pregunté. Claro, como si el perro fuera a contestarte, genio. Al terminar de bañarme , me enrollé una toalla alrededor de mi cuerpo. Iba a mirarme en el espejo del baño para cepillarme mi cabello, pero este cayó de mis manos al ver lo que estaba escrito en el espejo.

Eres la siguiente.

Salí rápidamente del baño y verifiqué cada esquina de mi apartamento, pero no había nada. Me vestí rápido y salí a pasear a Peber para distraerme, puede ser que por el cambio de ambiente esté alucinando ¿no? No lo creo, yo lo vi muy claro, pero ¿y si fue una mala jugada de mi imaginación? Cuando vi que me había alejado bastante del apartamento, regresé. Le di agua y comida a Peber, para así ponerme el pijama y acostarme un rato ya que sentía el cuerpo muy cansado. Hice un leve sonido con mis labios para que Peber lo escuchara y se acostara a mi lado. Cuando estaba cayendo inconsciente del sueño, observé una sombra en la oscuridad de la habitación. Quise moverme, pero el sueño era muchísimo más pesado.

Pronto serás mía, dulce Ekaterina.

Fue lo último que escuché, ya que el sueño mevenció.

Íncubo |H.S|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora