Capítulo 20°:

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Harry POV:

La imagen que había en la carta, no era una foto, era un dibujo y era Ekaterina junto a tres niños.

Dejé el dibujo en el sobre junto a la carta.

¿Qué poderes serán? ¿Mi abuela tendrá razón?

Mi ceño se fruncio. Un carraspeo interrumpió mi meditación.

—Si lo que te preguntas es si tu abuela tenía razón en lo que te escribió pues si, nunca se equivocó, si eso es lo que te tiene preocupado–dijo Des.

Sacudi mi cabeza y miré a Des.

—Ella sabía, ella me a ayudado–dije con la carta en mi mano.

—Tu abuela era una mujer sabia Harry–dijo Des para luego retirarse.

Salí de la mini-biblioteca para salir en busca de Ekaterina. Tenía que decirle.

Bajé a la cocina para poder buscarle unas galletas de chocolates y un vaso de leche para Ekaterina. Subí las escaleras con rapidez hasta llegar a la habitación.

A Ekaterina de le ilumiron los ojos al ver las galletas y la leche.

—Harold eres genial– dijo sonriendo.

La observé y le Sonreí, ella era la ternura encarnada.

Vi como rodó los ojos para luego bufar.

—¿Podrías dejar de estar como idiota y traerme mis galletas, Harold?– preguntó con cierto sarcasmo en su voz.

Me moví hasta quedar a su lado. Le di las galletas y la leche.

Eka le dio dos galletas a Ed y este se las comió de lo mas feliz.

—Ed, voy hablar con mamá, ¿Podrías ir a tu habitación a jugar?–le pregunté sonriendo.

Ed asintió y antes de retirarse nos sonrió. Ese niño era igual que yo. Iba a ser todo un lindillo.

—¿Qué paso Harry?–preguntó sentándose.

Una galleta fue dirigida hacia boca y solté un suspiro.

—Lee–dije pasándole la carta.

Esta no protestó y comenzó a leer. Mientras mas leía, mas sus ojos se ampliaban. Juraba por dios que estaban a punto de salirse de sus órbitas.

Cuando esta terminó de leer me miró a los ojos.

—Eres especial, yo lo sabia–susurró.

Bufé y esta me miró mal. Querida si las miradas mataran ya estuviera Tres metros bajo suelo.

—Vamos a estar a salvo–dijo mirando su pequeña barriga mientras le sonreía.

Yo Sonreí ya que se veía feliz pero de repente su sonrisa calló y sus ojos se aguaron.

—Harry, Ed, mi pequeño. ¿Qué vamos hacer?– preguntó.

—No lo sé Ekaterina, pero así tenga que morir para salvarlo lo hago, es mi niño y no será arrebatado de mis brazos–dije mientras sentía que mis ojos cambiaban de color.

—Harry, tranquilizate–dijo Ekaterina colocando su mano en mi mejilla.

Mi respiración comenzaba a agitarse y pronto iba a tener un colapso. Mierda.

Me levanté de la cama y me alejé. Ekaterina se iba a levantar pero levanté mi mano hacia ella.

—No–dije firme.

Íncubo |H.S|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora