Epílogo

230 15 57
                                    

No sé cuánto tiempo estuve muerta. Bueno, no en serio. Pero era como si lo estuviera. No sentía nada, no me apetecía hacer nada. Vivía bajo la vigilancia y cuidados de mis padres porque no conseguía cuidar de mí misma. Controlaron incluso mis medicinas porque tenían miedo de que me las tomase todas.

Hoy en día, pienso que hicieron lo correcto.

El día en que empecé a ser yo misma, fue después de tres años. Mi amiga Lian vino a casa junto con su marido y su niña. Me trajeron un regalo. Ese regalo fue un pequeño conejo blanco con manchas negras. Ella sabía que era mi animal favorito y que tener alguien para cuidar me vendría bien para poder tener fuerzas.
Henry se convirtió en mi niño consentido desde aquél día.
Al año siguiente, conocí a un chico. Me costó un poco abrirme a él, pero lo conseguí. El problema era que por mucho que estuviera con él, seguía pensando en Jake. Ya estaba mejor, pero no podía olvidarlo. Creo que no se puede olvidar a un hombre como el.
Y ese era el problema en nuestra relación: Que mientras estaba con mi novio, pensaba en otro. Creí incluso que si nos casábamos, centrarme en algo importante para los dos, podría no pensar en Jake. 

Que tonta fui.

Mi matrimonio duró un año. Fui totalmente sincera con él, que no podía dejar de pensar en otro hombre que hubo en mi vida cuando estábamos juntos. Le pedí el divorcio sin ninguna condición, no parte del dinero, no quería nada, tan solo que él fuera feliz con otra persona, porque conmigo no lo iba a ser. Él no quería divorciarse porque pensaba que mis sentimientos tenían solución si seguíamos juntos, pero no podía seguir haciéndole daño.

Ya han pasado ocho años desde que Jake murió y aún sigo pensando en él. Sus hermanas también sufren porque nunca llegaron a conocerle en persona. Al principio Lilly me echó la culpa, pero porque necesitaba echar su rabia en alguien, dado que John Fusch estaba muerto.

Arreglo el rincón de Henry mientras él está corriendo y saltando por la casa. Creo que le cuido mejor que a mí misma.
Llaman a la puerta de mi piso y aviso diciendo que voy, dejándolo todo bien colocado.
Al abrir la puerta, me encuentro con un adolescente con el cabello rubio y rizado, mirándome con unos ojos azules grandes.
   —¿Sí? —pregunto con curiosidad— ¿Qué quieres?
    El chico me sorprende abrazándome y yo me quedo helada en el sitio.
   —O-oye, ¿Estás bien?
   —Sí, perdona —puedo percibir en su voz que está aún con el cambio de voz— ¿No te acuerdas de mí?
    Le miro detenidamente, examinándolo.
Hago un sonido de sorpresa, no creyendo que sea él.
   —¿Jack? —le pregunto y asiente— ¡Pero- ¿Qué haces aquí? ¿Cómo- —trato de calmarme al verle. El pequeño angelito había crecido. Suelta una risa y miro a su alrededor— ¿Has venido solo? ¿Y tus padres? Porque me dijeron años después que te adoptaron.
   —Mi padre está esperando en una cafetería, me ha traído él —responde ajustándose la mochila—, tenía ganas de verte, Angel.
   Una oleada de frío recorre mi cuerpo al escuchar ese nombre.
Le dedico mi mejor sonrisa, no queriendo hundirme.
   —Me puedes llamar Macie —respondo despacio—, ya sabes que ese es mi nombre.
   —Ya, perdona —se rasca la nuca incómodo.
   —¿Quieres pasar? Porque no creo que hayas venido aquí solo para saludar.
   —No, he venido por algo importante.
    Me echó a un lado y entra en el piso.
Nos vamos al salón y cojo a Henry, dejándolo en mi regazo, acariciándolo. Estoy nerviosa por lo que pueda decir.
   —¿Y te va bien los estudios? ¿Tus padres adoptivos te cuidan bien?
   —Sí, los estudios me van bien y sobre mis padres —suspira y sonríe—, al principio les di mucho dolor de cabeza porque quería volver contigo y con Jake, no hacía más que decir vuestros nombres.
    Me muerdo el interior de la mejilla, incómoda.
   —Sabes que Jake... —pronuncio con dolor. No me atrevo a decir la palabra ni a pensarla. Ya no puedo
   —Es por eso que estoy aquí —se saca la mochila y abre la cremallera. Saca un libro de programación y me lo tiende en la mano—. Me llegó esto hace unos días, pero yo no lo he pedido —abro el libro y comienzo a leerlo. Es un libro normal, no encuentro nada extraño—. Es entonces que he estado buscándote, para poder darte esto —saca de su bolsillo un número de teléfono— he hablado con el tío-
   —¿Sabes que no deberías hablar con desconocidos por teléfono? —le pregunto arqueando una ceja.
   —Lo sé, pero pensé que debía de ser él —agacha la cabeza con tristeza—, aunque estuviera muerto, tenía una pequeña esperanza de que fuera Jake...
   —¿Y quién era? —pregunto continuando leyendo el libro. Sonrío al recordar a Jack en el regazo de Jake, enseñándolo a hackear a un nivel bajo.
   —Me dijo que era un amigo de Jake y que quería hablar contigo —le miro confusa y él se encoge de hombros—, le dije que por qué no fue directamente a hablar contigo, pero sus palabras fueron que tenía que ser yo. Supongo que para que nos reencontrásemos.
    Rápidamente escribo en número en la zona de añadir contacto y al poco tiempo me apareció un chat.
En él en nombre de Henry apareció. Me hizo mirar a mí conejo algo confusa. Era muy raro que se llamara como mi pequeño.
----------------------------------------------------------------------------------------

Contigo hasta el fin del mundo / DuskwoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora