Siete.

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Mis ojos entreabiertos intentando reconocer donde estaba, paredes lilas, cortinas blancas, era mi habitación. Lo último que recordaba era ver a Alex frente a mí...Cerré los ojos fuertemente al sentir una profunda punzada en la parte posterior de mi cabeza, la distorsión de dos voces completamente irreconocibles hacia que mi cabeza ardiera.

Solté un quejido al sentir como el dolor ya no era en mi cabeza sino que en mis brazos, pesaban mucho asimilando al dolor cuando se acalambraban los músculos.

Abrí mis ojos por segunda vez y reconocí el rostro preocupado de mi hermano, intente hablar pero las palabras no salían de mi boca.

Todo está bien... Te dije que debemos llevarla a un hospital!

No, no lo haremos... Puedes ir a comprar dos...

(...)

En ese momento reconocí de quien se trataba era de Alex y mi hermano. Sus voces se volvieron cada vez más confusas pasando por altos y bajos, haciéndome imposible entender de lo que hablaban, solo sentía que Joe estaba discutiendo porque había subido el tono de su voz mientras que el de Alex siempre permaneció neutro.

Leah...

Me llamaban pero yo no podía abrir los ojos, sentía que sí lo hacia mi cabeza dolería más. Sí esto era un resfriado, nunca me había pegado tan fuerte... De seguro era la porcina.

Confías en mí?

Ese era Alex, no sabía sí Joe estaba ahí pero asentí débilmente. Confiaba realmente en él?... Algo en mí me decía que debía hacerlo.

Esto será algo amargo

No sabía de qué hablaba Alex pero de pronto lo sentí, ya que inclino levemente mi cabeza haciéndome beber algo y joder, era demasiado amargo.

Tosí de forma descontrolada para luego dejar de sentir pesado mis brazos y parpados, el dolor de cabeza sequia pero cada vez iba disminuyendo abrí mis ojos esperando que todo fuese una pesadilla, pero no... Joe estaba al lado mío acariciando mi cabeza mientras que Alex estaba recostado en la pared cruzado de brazos mirándome atento.

- Dios, Leah!-Exclamo mi hermano abrazándome- Pensé que nunca despertarías... Perdóname por no haber podido contestar el teléfono, prometo nunca más hacerlo!...Es que lo tenía en silencio.

- Esta... Está bien- Conteste ronca.

- Tienes hambre?... De seguro que sí, te traeré un poco de sopa, espérame-Pese a que intente decirle que no, él insistió- Y tú... -Joe lo miro fijo pero no dijo nada, sabía que quería decirle que se mantuviese alejado.

Alex frunció el ceño, ahora que veía a ambos de pie eran de la misma altura pero con la diferencia de que Joe no daba una apariencia aterradora como lo hacía Alex.

- Gracias...-Murmure.

- No tienes porque dármelas...Qué ocurrió?- Alex dudo antes de acercarse levemente a mí cama.

- Yo... Yo no recuerdo demasiado-Fruncí el ceño intentando recordar.

De pronto todos los flash back aparecían en mi cabeza, recordando cómo había llegado a la casa de Alex en la noche, completamente empapada y ridícula. Pero lo que más recalcaba mi cuerpo es ese sentimiento de terror que nunca antes lo había experimentado.

- Llegaste a mí casa con alta temperatura, debiste haberme dicho ayer que estabas resfriada-Me regaño Alex.

- Es que no lo estaba... Creo... y ayer?-Repetí lo último.

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