Doce

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Mire el reloj algo cabreado, son las una de la mañana, y odio dejar a Leah sola tanto tiempo en casa.

Sus ojos azules se encontraron con los míos mientras me tendía algunos de los libros de sus familiares, eran demasiado viejos y pesados.

- Gracias Norah, no sé cómo agradecértelo–Conteste sincero.

Los brazos de mi novia me envolvieron y yo la apreté a mí con mi mano libre.

- Solo espero que Leah esté bien y que se haya alejado de ese sujeto–Dijo mientras arrugaba su nariz.

- Sí, ya le he dicho que se aleje de ella–Bese su frente.–Es hora de irme, debo estar con Leah

Norah asintió para luego dejarme en la puerta de mi auto, tome su rostro entre mis manos para prensar mis labios con los de ella en forma de despedida.

Mientras conducía no podía dejar de pensar en todo el asunto de la pócima demoniaca que Leah llevaba en su organismo. Habían sido semanas extenuantes en donde le mentía a Leah diciendo que me iba a quedar estudiando pero no hacía más que leer antiguos libros que pudiesen darme alguna pista de lo que le estaba a punto de pasar a mí hermana, en conclusión el líquido haría efecto en una dos semanas y ya había pasado una.

Me golpeaba mentalmente por no poder descubrir más acerca de cómo curarla, primero comenzaría con pequeñas visiones, luego serán más fuertes, su corazón se aceleraría hasta el punto de que su corazón se reventase.

Toda esta jodida situación me hacía regañarme por seguir ocultándole esto a Leah, tarde o temprano lo descubriría y no habría ningún tipo de hechizo al cual yo pudiese conjurar para evitar que ella no tuviese esos síntomas que aparecerían en conjunto a las evidentes marcas que brotarían en su cuerpo.

Sumando a todo lo fatídico que pudiese sonar la condición de Leah, el lunes Leah cumplirá los dieciocho en donde ella debía decidir en qué lado estaba... Eran tantas ideas en mí cabeza que no me percate cuando cruzo una persona en medio de la calle, creí haberle golpeado por lo que en un intento de esquivarle las ruedas del auto patinaron en el asfalto mojado haciéndome chocar de lleno con un árbol en la carretera.

Jadee al sentir un profundo dolor en mi cabeza, deslice mis manos en está percatándome de la sangre que había. Abrí la puerta algo aturdido mientras intentaba buscar a la persona que había golpeado pero en cuanto llegue a la carretera, no había ningún cuerpo ni ningún signo de sangre en el suelo.

Mal augurio.

Tome el teléfono en mis manos y marque un número rápido.

- En mi casa, ahora–Ordene.

- No querrás volver a ella–Respondió el chico pero corte la llamada para volver a mi auto, el cual estaba hecho mierda pero aun andaba.

Baje de inmediato del auto al divisar el cuerpo de Alex apoyado en el marco de la puerta, agradecía que no hubiese tocado la puerta, no quería que Leah se enterara que yo me hablaba con él a escondidas de ella.

- Y bien?–Pregunto jugando con un mechero entre sus manos.–Tienes sangre en la cabeza.

- Lo sé–Respondí mientras metía la llave cuidadosamente y sin meter ruido.

- Y tu auto esta hecho mierda–Agrego mirando mi auto aparcado en frente a la casa.

- También lo sé–Me queje para luego encender las luces.–Leah?

No había respuesta la llame unas tres veces y nada. Subí a su habitación y no estaba en ella por lo que pensé que a lo mejor se había ido a casa de Casey.

Proyecto IrlandaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora