CAPITULO 3: DESTINO

247 73 92
                                    

Fiama

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Fiama

— ¿Quién era ese?

—Hola para ti también amigo.

Mientras Aaron me detenía para disculparse, Jan estacionaba su vehículo. Observé cómo bajaba y luego centré mi atención en el rubio. Pero con la mirada de Mitch tratando de adivinar que hacia con esta persona los pelos de punta eran notorios.

—Perdón Fia —intenta disculparse—, solo me sorprendió verte hablar con alguien como él.

— ¿Alguien como él? —Hago una mueca—, no entiendo.

—Ya sabes, de esos que nadan en dinero.

— ¿Y qué tiene que ver que hable con una persona así? ¿No se me permite acaso?

Jan suspira.

—No me refería a eso.

— ¿Y entonces que Mitch?

—Deja de ponerte a la defensiva.

— ¡Tu ocasionas que sea así!

— ¡Bien! —Se pasa una mano por el pelo, claramente frustrado—. No diré más nada.

Muerdo mis labios con nerviosismo. Una discusión con él no es lo que espero ahora mismo. Pero mierda que sucede a menudo.

— ¿Qué haces aquí? —Pregunto obligándome a dejar a un lado mi malestar.

—Finn me contó que tuviste un accidente.

Puto Finn.

— ¿Por qué no me lo contaste? —Cuestiona—. Esa noche incluso hablamos por mensaje y no mencionaste nada.

Yo también me lo pregunto. Tal vez porque esa noche, de alguna manera sentía que perdía a mi mejor amigo. Y en lo único en lo que podía pensar era en cómo intentar eliminar esas clases de pensamientos.

Reflexioné mucho sobre el riesgo de que la chica con la que quiere iniciar una relación pueda no caerme bien, yo caerle pésimo y que eso provoque alejarlo de mí. O incluso Jan podría hacerlo. En algún momento se daría cuenta de que ya no aporto nada en su vida, simplemente desaparecer y dejarme sola.

Pero no le menciono nada de eso, mis inseguridades deberían seguir solamente conmigo.

—Porque no fue nada grave —digo en cambio.

—Casi te fuiste a las piñas con uno.

—Nada irrelevante —me encojo de hombros.

—Fiama.

—Estoy llegando tarde al trabajo Jan —lo miro con suplicia—, ¿podemos dejarlo para otro día?

Está enojado conmigo, lo sé por la forma en que me mira.

DAYLIGHT, FIAMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora