CAPITULO 12: ES MÁS BRILLANTE AHORA

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Fiama

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Fiama

No he vuelto a saber de Jan en toda la semana, no desde que presencio ese beso con Aaron.

Y me siento mal por ello. Por él, por Samanta que lo siguió cuando salió completamente enfadado. Por mis amigos que tuvieron que ser partícipe de todo y por Aaron.

A él tampoco lo vi en todos estos días porque fue a un viaje de negocios en su ciudad natal. Noah me afirmo que él se encontraba bien. Pero el hecho de que apenas responda mis mensajes, me hace dudar.

Mi egoísmo produce una serie de momentos incomodos para todos.

Pero también pienso en: si a Jan tanto le molesta esto ¿por qué se contiene? ¿Por qué no se arriesga? ¿Por qué me hace sentir tan miserable con cada acción mía?

Es injusto. Quererme, pero no tenerme. Liberarme, pero siempre con una cuerda detrás, regresándome a él.

No quiero ser esa clase de persona.

Y estoy agotada. Agotada de sentir que nunca soy suficiente, de esforzarme por hacer lo correcto y fracasar en el intento, de que nadie se arriesgue por mí, y de esperar siempre que, con el tiempo, él finalmente tome una decisión. Pero no lo hará, debo intentar entender de una vez que siempre estaremos en el mismo lugar. Y que quizás, lo mejor sea mantener esta amistad mientras pueda.

Jan siempre será mi amigo. Mi familia. Con eso debe ser suficiente.

Y después está el problema con White, que la noche después del beso, las cosas terminaron raras y quiero verlo en persona para aclarar el tema. Puede que sea mi culpa, ya que insistí tanto en que me besara, que ahora seguramente me ve como una estúpida invasora.

Es que, ambos sabíamos que ese día llegaría y aunque no tenga suficiente experiencia con el contacto de otra persona, con él me siento segura, familiar. También debo admitir que en ese momento en verdad quería besarlo y cuando finalmente sucedió, me encontré con la espera de más. Y me asusté por ese nuevo sentimiento que comenzó a surgir de mí, ya que no tenía idea de que podía sentir tanta atracción por alguien sin la necesidad de que el amor estuviera involucrado.

— ¿Qué sucede contigo? —Mi jefe se acerca al mostrador donde descanso, interrumpiendo mi debate mental—. ¿Por qué hoy no hay sarcasmo en tu vocabulario?

Sonrío débilmente.

—Es el clima —digo mirando la lluvia por la vidriera del local—. Me causa depresión.

Él me imita y se recuesta por la encimera. —Tienes razón, ahora yo también lo tengo.

Mateo es un argentino-bostoniano y lo conocí en una feria de libros. Conectamos muy bien y cuando me comento que abriría su propia librería en la ciudad, me ofrecí a trabajar para él sin siquiera detenerme a pensar que podría ser un asesino serial.

DAYLIGHT, FIAMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora