Fiama Davies sueña con que su mejor amigo de la infancia, Jan Mitch, corresponda sus sentimientos. Pero él ignora sus señales por temor a perder su ancla emocional.
Cuando Aaron entra en sus vidas y propone simular una relación para desafiar la cor...
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Fiama
Mentir es algo malo pero si es por una buena causa, creo que lo vale.
Hoy iniciamos la farsa y cada vez que imagino que algo de esgo podría funcionar los nervios predominan se instalan en mi sistema.
No tengo de idea de cómo saldrá o siquiera Jan se lo trague, pero ya estoy en el baile así que voy bailar.
Aaron quedo en pasar por mí para ir a desayunar con los chicos. La idea es solamente anunciar que nos estamos conociendo para que la mentira sea un poco más creíble. Y a medida que pasan los días, avanzar con lo demás.
En verdad muero por saber que dirá Mitch. En mis veintitrés años de vida, nunca estuve en pareja y menos me vio a diminutas distancias con otro hombre que no sea él.
Tengo un remolino de nuevas emociones danzando en mi estómago. Nunca hice algo como esto y aunque parezca algo absurdo, salir de mi confort es revolucionario para mí.
Un nuevo mensaje interrumpe mis delirios.
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No jodas.
Ni siquiera estoy lista. Mi mente divagó media hora mientras descansaba en la cama con la toalla puesta.
Me levanto como alma que lleva el diablo e intento cambiarme con lo primero que encuentro. La idea era incluso maquillarme, pero lo dejaré para otro día.
Me coloco las zapatillas y luego me acerco al espejo de pie.
Mi pelo no podría estar peor. Lo cepillo a toda prisa y ¿qué me olvido?
—El desodorante Fiama. —Hablo para mí.
El sonido del móvil comienza a sonar sin descanso.
Corro para alcanzarlo donde lo dejé pero en el proceso me tropiezo con una camiseta que reposaba en el piso y aterrizo de cara.
—Quiero que me ayudes universo no que me maltrates.
Froto la frente que recibió el golpe mayor y después estiro mi brazo para tomar el aparato de la cama.
