Turismo

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     Percy despertó al ser sacudido con brusquedad por Annabeth.

—Vaya, el zombi vive. —Dijo Annabeth cuando el semidiós abrió los ojos.

—¿Es que ha babeado? —Oyó preguntar a Tiara a lo lejos, viendo cómo Annabeth sonreía y negaba con la cabeza.

—¿Cuánto he dormido?

—Suficiente para darme tiempo de preparar el desayuno. —Volvió su atención a él, para luego lanzarle un paquete de cortezas de maíz del bar de la tía Eme. —Tiara y Grover salieron a explorar. Mira, han encontrado a un amigo.

A un par de metros, Grover se encontraba sentado con las piernas cruzadas y encima, había un animal sucio y teñido de rosa artificial. Era un caniche, que ladró a Percy cuando notó su mirada.

—No, que va. —Le dijo Grover.

Percy parpadeó varias veces, enfocando la mirada.

—¿Estás hablando con... eso?

El caniche gruño.

—Eso, —Avisó Grover. —es nuestro billete al oeste. Sé amable con él.

—¿Sabes hablar con los animales?

—Percy, éste es Gladiolus. Gladiolus, Percy. —Ignoró la pregunta del semidiós.

Tiara notó cómo Percy las buscaba a ella y Annabeth con la mirada, como si pensase que todo era una broma.

—No voy a decirle «hola» a un caniche rosa. Olvidadlo. —Finalmente dijo.

—Percy, —Intervino Annabeth, con un tono que no dejaba replicar. —yo le he dicho «hola» al caniche, Tiara le ha dicho «hola» al caniche, tú le dices «hola» al caniche.

Percy saludó al caniche.

—Buenos, ahora que las presentaciones están hechas, vayamos a devolver a este caniche a sus dueños, que nos den el dinero de recompensa y luego llamar protección animal para que se lo lleven a una familia mejor, a una que no le tiñan de rosa chillón. —Dijo, observando de reojo al perro.

Gladiolus soltó un ladrido.

—Dice que le parece una idea estupenda.

—Esperad, ¿de qué recompensa habláis? —Percy se mostró confundido.

Rápidamente, Grover le contó sobre cómo el caniche se había fugado de una familia rica local, que ofrecía una recompensa de doscientos dólares a quien lo devolviese.

—¿Cómo sabe Gladiolus lo de la recompensa?

—Ha leído los carteles, lumbrera. —Contestó Grover.

—Claro, cómo he podido ser tan tonto. —Oyó una pequeña risa por parte de Tiara.

—Así que... devolvemos a Gladiolus, conseguimos el dinero, llamamos a protección animal y compramos unos billetes a Los Ángeles. —Explico Annabeth con voz de estratega. —Es fácil.

—Simple. —Dijo Tiara.

—Sencillo.

—¡Pan comido! —Exclamó con voz graciosa.

Ambas se rieron, aunque fueron interrumpidas por Percy.

—Otro autobús no. —Pidió con recelo.

—No te preocupes, iremos en tren. —Tiara señaló colina abajo, en donde se podían ver unas vías ferroviarias que no se veían en la noche debido a la oscuridad.





Nymphology - Percy Jackson & The OlympiansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora