Adiós, verano

8 1 1
                                    

     Llegaron a un aparcamiento de caravanas al borde de un lago. Todas eran caravanas para caballos, provistas de televisores, mini frigoríficos y mosquiteras.

—Un campamento de centauros. —Murmuró Tiara, mientras la yegua se posaba en el suelo.

—¡Colega! —Exclamó un centauro cerca de ellos. —¿Te has fijado en aquel tipo que parecía un oso? Era como si estuviese diciendo: ¡Guau, tengo una flecha en la boca!

El centauro con el que hablaba llevaba gafas con ojos de plástico.

—¡Ha sido impresionante! —Se echó a reír. .—¡Choca esa cabeza!

Los dos centauros se embistieron de cabeza con todas sus fuerzas y luego se retiraron tambaleantes, cada uno por su lado, pero con una sonrisa en la cara.

     Percy y Tiara se sentaron sobre una manta de picnic, tras despedirse de la yegua. Pronto llegó Quirón, quién soltó un suspiro y depositó a Annabeth y Grover con ellos.

—Ojalá no tuvieran mis primos esa manía de darse cabezazos. No es que les sobran demasiadas neuronas.

—Déjales, Quirón. —Tiara hizo un gesto despreocupada con la mano y sonrió. —No hace daño a nadie.

Quirón no dijo nada, pero también le sonrió.

—Quirón, —Intervino Percy, aún sin creerse de que estuviese allí. —nos has salvado.

—Bueno, —Pasó su mirada al pelinegro. —no podía dejarte morir. Sobre todo después de que te ocuparas de dejar a salvo mi buen nombre.

—¿Pero cómo sabías dónde estábamos? —Esta vez preguntó Annabeth.

—Eso era previsible, querida. Me figuré que acabaríais cerca de Miami si lograbais salir vivos del Mar de los Monstruos. Casi todas las cosas raras acaban yendo a parar a Miami.

—Ya, muchas gracias. —Refunfuñó Grover, sacando una pequeña risa en Tiara.

—No, no. Yo no quería decir... Bueno, da igual. —Quirón desistió la idea de intentar explicarse. —Me alegro de verte, joven sátiro. La cuestión es que intercepté el mensaje Iris de Percy y conseguí rastrear la llamada. Iris y yo somos amigos desde hace siglos, le pedí que me avisara de cualquier mensaje importante enviado desde esta zona. Y luego, no me resultó difícil convencer a mis primos para correr en vuestra ayuda. Como habéis visto, los centauros somos capaces de viajar bastante deprisa cuando queremos, las distancias para nosotros no son iguales que para los humanos.

Percy no dijo nada, mirando en dirección a la hoguera y viendo a tres centauros intentando explicarle a Tyson cómo se utilizaba una pistola de pintura.

—¿Y ahora qué? —Finalmente preguntó. —¿Vamos a permitir que Luke se largue con su crucero? Tiene a Cronos a bordo, o al menos una parte de él.

Quirón se arrodilló, cruzando las patas delanteras bajo su cuerpo. Abrió el pequeño estuche que llevaba en el cinturón y empezó a ocuparse de sus heridas.

—Me temo, Percy, que hoy se ha producido una especie de empate. Nosotros no teníamos fuerzas suficientes para tomar ese barco y Luke no estaba lo bastante organizado para perseguirnos. Nadie ha salido vencedor.

—Nosotros lo hemos echo. —Intervino Tiara. —El Vellocino de Oro está en camino al Campamento Mestizo. Creo que salvar el pino de Thalia cuenta como una victoria, ¿no crees?

Quirón asintió, aunque seguía pareciendo inquieto.

—Sois unos auténticos héroes, y en cuanto curemos a Percy, tenéis que regresar a la Colina Mestiza. Los centauros os llevarán hasta allí.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jul 04 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Nymphology - Percy Jackson & The OlympiansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora