Rocas Chocantes

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     Percy realmente echaba de menos a Tiara.
Tras enterarse de la peor manera de que Tyson era su hermano, las burlas de los campistas y el nuevo director de actividades, Tántalo, no tardaron en llegar.

—¡No es mi hermano de verdad! —Protestaba cuando Tyson no se encontraba cerca de él. —Es más bien un hermanastro del lado monstruoso de la familia, como un hermanastro de segundo grado... o algo así. —Nadie se lo tragaba.

Percy sabía que Tiara estaría decepcionada con sus palabras. La chica le había cogido cariño al grandullón y siempre lo había tratado como un hermano menor al que tenía que cuidar. Cuando Tyson lloraba, Tiara siempre tenía pañuelos listos para darle. No le importaba que el cíclope tuviese la cara llena de mocos, siempre le sonreía y le daba golpecitos en la espalda para animarle.

     Si Tiara estuviera allí, los campistas seguramente no se atreverían a burlarse de Tyson y Percy de manera tan abierta. La chica siempre había sido un referente en el campamento, siendo la campista más antigua de todas, que no dudaba en decirte cuatro verdades en la cara, por muy vergonzosas que sean. Imponía respeto y los campistas normalmente seguían sus palabras, incluso Drew, la hija más odiosa de la cabaña de Afrodita, la admiraba y hacía caso a sus palabras.

     Ahora, en aquellos momentos, se estaban preparando para la carrera de caballos, actividad nuevamente incorporada por Tántalos, pese a los incidentes que hubieron en el pasado, según la cabaña de Apolo.

     Aquella mañana, mientras Annabeth y Percy estudiaban distintos diseños de carro junto al lago de las canoas, unas graciosas de la cabaña de Afrodita, que pasaban por allí, preguntaron al semidiós si no necesitaba un lápiz de ojos.

—Ay, perdón. De ojos, quiero decir. —Se burló, para luego irse riendo con sus hermanas.

—No hagas caso, Percy. —Refunfuñó Annabeth. —No es culpa tuya de tener un hermano monstruo.

—¡No es mi hermano!  —Replicó. —¡Y tampoco es un monstruo!

Annabeth alzó las cejas.

—Oye, ¡ahora no te enfades conmigo! Y técnicamente, sí es un monstruo.

—Bueno, fuiste tú quien le dio permiso para entrar en el campamento.

—¡Porque era la única manera de salvarte la vida! Bueno... lo siento, Percy, no me imaginaba que Poseidón iba a reconocerlo. Los cíclopes son muy mentirosos y traicioneros-.

—¡Él no! Pero dime, ¿qué tienes tú contra los cíclopes?

Annabeth se sonrojó hasta las orejas.

—Olvídalo. —Dijo. —Veamos, el eje de este carro-.

—Estás tratándolo como si fueses un ser horrible. —Continuó Percy. —Y me salvó la vida.

Annabeth soltó el lápiz y se puso de pie.

—Entonces quizá deberías diseñar el carro con él.

—Tal vez sí.

—¡Perfecto!

—¡Perfecto! —Y se alejó furiosa del semidiós.





     Annabeth realmente echaba de menos a Tiara. Si la chica estuviera allí, estaba segura de que la ayudaría con su controversia contra los cíclopes.

     La hija de Atenea sabía que Tyson no era como los demás cíclopes. Era apenas un bebé que había vivido en las calle y  no conocía la maldad de los de sus raza, ni parecía interesado en hacer daño. Era un crío que estaba emocionado de ser el hermano de Percy y del Campamento Mestizo. No se enteraba de las burlas que le hacían delante de su cara, ya que era demasiado inocente, pero aún así, Annabeth no podía quitarse ese sentimiento de asco contra él.

Nymphology - Percy Jackson & The OlympiansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora