Capitulo veintisiete: "El Juicio"

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🇦🇷📍 Buenos Aires, Argentina | Corte Suprema de Justicia de la Nación Argentina | 7:59 a.m.

Martina

Las palmas de mis manos sudaban sin parar, mis piernas temblaban en un tic constante, mis huesos dolían y sentía que la cabeza me explotaría en cualquier momento.

—Tranquila amor, hoy se termina todo, lo juro—dijo mi novio llegando a mi lado, lo miré por unos segundos y cuando sonrió sentí mi cuerpo destensarse.

—¿Crees que pueda ganar?—pregunte—Honestamente.

—Estoy seguro Martina, papá es un abogado excelente además de que me tienes a mi, esto que peleamos es tuyo—asentí—nadie te puede arrebatar tu propio nombre Mar—sobo mis brazos—Tranquila—le ofrecí una sonrisa débil.

Estábamos en la sala de juicios, todos nerviosos, los abogados leyendo las carpetas y yo estaba asustada. Pasados algunos momentos el juicio comenzó. Mi abogado, el padre de Alexis, había dado la introducción del porque solicitamos esta audiencia, llevó hacia el juez mis papeles hospitalarios y facturas que tenía de todo lo que había hecho durante mi carrera. Shows, compras, giras, presentaciones, entrevistas, publicidades, etc.

—Martina Avila pase al estrado—habló el juez y camine temblorosa. Me senté e hice el juramento—Abogado Méndez pase a interrogar—El abogado de Mateo y Jota se paseó frente a mi.

—Señorita Avila buenas tardes—saludo y correspondí—Tengo entendido que usted y mi cliente tenían una relación de más de cuatro años—asentí—¿Podría hablarnos de cómo era esa relación?—suspiré y asentí.

—Bueno, nuestra relación era pública, sumamente pública—carraspee—Emm el siempre fue un buen chico conmigo, lo quería un montón y quiero pensar que en su momento el a mi también—dije con voz temblorosa viendo a Mateo e intentando no llorar—Fuimos una pareja que se apoyó en las buenas y en las malas, con altibajos pero era normal—miré al chico de rulos quien sonreía al verme, yo no pude corresponderle.

—Entonces usted está diciendo que existía un gran amor, una cercanía y una confianza—asentí—¿Entonces por que estamos el día de hoy aquí?—pregunto burlista.

—Porque Mateo me hizo firmar contratos que le dedican todos mis derechos de autor y como imagen—conteste.

—¿Y por qué usted los firmo? No creo que mi cliente la haya amenazado para hacerlo—cerré los ojos y suspiré.

—No me dejo leerlos, dijo que los abogados lo habían revisado, debe entender que yo dejé la escuela de pibita y no sabía en lo que me metía—dije seria, intentando no llorar a medio interrogatorio—Mateo me lleva dos años, se re aprovechó—contesté y miré a mi abogado quien a señas me pedía tranquilizarme. Respire profundo.

—Pero usted tenía ya la mayoría de edad, ¿Como fue que ocurrió ese descuido? ¿No será que como se ha dicho en todos lados que mi cliente le fue infiel ahora quiere demandarlo a modo de venganza? Porque no veo manuscritos de sus canciones aquí señorita Avila—abrí la boca indignada.

—Objeción, Su Señoría, la pregunta es especulativa—mi abogado alzó la voz y la jueza le dio la razón.

—Lo retiró—dijo con una sonrisa burlona.

—Señor Méndez ¿Tiene otra pregunta o eso es todo?—el hombre me miró y sonrió nuevamente.

—Es todo—regresó a su puesto.

—Abogado Maldonado pase al frente—mi abogado tomó algunos papeles y se posicionó frente a mi.

—Martina, ¿Podrías decirme como era tu relación con el manager de tu ex pareja?—preguntó y asentí.

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