Sueños a futuro.

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Pasaron rápidamente dos semanas entre extravagantes citas de cortejo y tranquilas tardes juntos, Charles se aseguró de que Sergio recibiera una lluvia de obsequios costosos y gestos de amor románticos de izquierda a derecha y oficialmente se había mudado al ático, ya no como niñera sino como pareja de manada.

Sergio era su omega más joven, su bebé.

Su guardarropa fue completamente renovado cuando Charles lo llevó de compras. ¿Y quién se atrevería a culparlo? Tiró a la basura la mayor parte de esa ropa vieja, barata y fea, dejando en su armario sólo las prendas cómodas que Sergio no dejaba ir.

Como era de esperar, Sergio estaba abrumado por los rápidos cambios en su vida previamente simple y a menudo les decía a los alfas y omega que redujeran la velocidad, pero ellos no escuchaban, especialmente Charles, comprándole  a él y a Lando todo lo que pudieran necesitar, diciéndole a Sergio que era un gran placer regalarle cosas y afirmando que nada era demasiado para ellos, dispuesto a gastar su fortuna para hacerlo feliz.

Porque era la verdad, verlo probarse atuendos deslumbrantes o ver su sonrisa encantadora cuando sus muñecas, cuello y dedos estaban adornados con diamantes y oro.

Al omega mayor nunca le preocupó haber tomado una decisión apresurada de la que se arrepentiría, el vínculo emocional que Charles y Lance formaron con Sergio era inquebrantable y el hechizo que tenía sobre los alfa era fuerte, Sergio estaba aquí para quedarse.

Se comportaban como pareja, incluso en el aspecto físico, compartían abrazos y besos durante el día, pero no habían vuelto a cruzar la línea definitiva.

Sergio dormía con ellos en su cama, acurrucado entre cuerpos cálidos, seguro y protegido, mientras Lando compartía la guardería con su hermano.

Charles y los alfas tenían relaciones sexuales sin él y no lo intentaban ocultar, además de esperar a que terminara el período de cortejo, esperaban que Sergio verbalizara que los deseaba, que lo pidiera.

Fue idea de los alfas, a lo mejor no querían sonar exigentes, no querían que Sergio creyera que sólo ansiaban acostarse con él, sin embargo Charles pensó que eso era estúpido, todos habían demostrado ampliamente que habían hecho un espacio para él y su hijo en sus vidas.

Se habían ganado el derecho a tenerlo, por que Sergio también los deseaba a ellos.

Una noche Charles fue recogido por sus alfas de una sesión de fotos, nada demasiado intenso, solo una pequeña sesión que tenía pendiente, cuando llegaron, la casa estaba inusualmente silenciosa y oscura, no había una película de niños puesta, ni llantos, nada, era preocupante por lo que Charles corrió a la sala principal siendo seguido rápidamente por Carlos y Max, no había nada ahí, todo recogido y brillando de limpio, por lo que se apresuraron a la habitación principal, los tres cruzaron la puerta al mismo tiempo.

"Cariño, ¿por qué todo-?" Charles encendió las luces y cerró la boca abruptamente.

Sergio estaba acostado en su cama usando un pequeño camisón rosa sedoso.

"Estoy listo, omega", susurró, luciendo increíblemente seductor. "Alfas los quiero."

Los alfas simplemente le miraban en silencio, pero los olores no mentían, el poderoso aroma a excitación indicaba que querían a Sergio; poseerlo en cuerpo y alma, tanto como lo hizo Charles, si no más.

"¿Los cachorros?" Preguntó Charles, siendo siempre lo primero que tenía en mente.

"Están alimentados y dormidos cariño."

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