1.4

53 8 0
                                    

Desperté temprano, antes que los demás porque ellos se durmieron considerablemente más tarde que yo.

La habitación estaba totalmente a oscuras pero aún así pude distinguir que estaba durmiendo abrazada a alguien. Sin saber quién era, intenté incorporarme pero tampoco funcionó.

Suspiré esperando poder saber cuál de los tres chicos era, porque Haewon dormía en mi otro lado.

Su respiración era tranquila lo que significaba que él estaba en un profundo sueño. Hundí mi nariz en su ropa para distinguir el olor y me quedé paralizada al saber quién era.

Estaba durmiendo abrazada a Wooyoung.

De pronto tuve ganas de salir de ahí y, al mismo tiempo, quedarme. Mi lado irracional me decía que podía seguir durmiendo abrazada a él, pero mi lado racional me recordaba que era el novio de mi mejor amiga.

Y mi lado racional ganó.

Lo moví sin importarme despertarlo, de hecho, ese era mi objetivo. Él soltó un gruñido antes de hablar con voz ronca.

—¿Qué pasa, Haewon?

Yo negué con la cabeza, era de esperar que pensase que era su novia, estaba prácticamente encima suya y me rodeaba la cintura con su brazo.

—Soy Yuri, idiota –murmuré–. Quiero salir de la cama y no puedo contigo así.

Pareció darse cuenta de la situación, por lo que rápidamente se apartó y me dejó paso. Ambos nos levantamos entre la penumbra y salimos con cuidado de la habitación.

Era obvio que no era la primera vez que Wooyoung dormía ahí ya que cogió un paquete de cereales con mucha confianza y comenzó a servirse.

Me fijé en su pelo despeinado y su rostro somnoliento, ¿por qué debía ser tan guapo? Estaba segura de que podría pasarme horas enteras mirándolo y no me cansaría.

—¿Quieres? –me preguntó y yo asentí, tenía bastante hambre.

—¿No hay nadie? –cuestioné confusa, la casa estaba bastante silenciosa.

—No, sus padres trabajan los fines de semana y Hongjoong suele ir a la biblioteca a estudiar –explicó poniendo frente a mí un bol de cereales–. ¿Has dormido bien?

—Sí, llevo tiempo sin dormir así de bien –admití y luego me di cuenta de que él se estaba riendo–. ¿Qué te hace tanta gracia, eh? –lo apunté con la cuchara.

—Nada, solo pienso que quizás tengo algo que ver –siguió riendo y yo negué rápidamente, avergonzada.

—¿Tú? ¡No! Es el colchón –me excusé pero eso pareció hacerle más gracia aún–. Cómo te sigas riendo con esa risa de bruja vas a despertarlos a todos.

—Ya paro –sonrió–. Yo también he dormido bien.

—Me alegro, aunque no te he preguntado –respondí–. ¿Cómo llevas los exámenes?

—Bien, supongo, creo que aprobaré –contestó inseguro y fue mi turno de reirme–. Seguro tú los llevas peor que yo.

—Puede ser –acepté–. De todas maneras, ¿has decidido ya lo que quieres estudiar? En un año y medio tendremos que estar eligiendo universidades.

—No estoy seguro –habló rebañando sus cereales–. Suelo preguntármelo mucho, ¿tú ya lo has decidido?

—Filología –respondí instantáneamente, lo tenía bastante claro.

—¿Quieres ser profesora de lengua? Nunca te he visto cómo una apasionada de los niños –se burló y yo negué.

—Me interesa más trabajar en una editorial, cómo bien has dicho no soy muy fan de dar clases a niños.

Wɪsʜ ʏᴏᴜ ᴡᴇʀᴇ sᴏʙᴇʀ (ᴊᴜɴɢ ᴡᴏᴏʏᴏᴜɴɢ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora