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—Nos vamos de fiesta –sentenció San entrando en mi habitación, yo me levanté de mi cama todavía adormilada.

—¿Quién te ha dejado entrar? Son las 9 de la mañana –me quejé.

—Eso da igual –le restó importancia mientras abría mi armario y comenzaba a rebuscar–. Justo lo que me imaginaba –se comenzó a lamentar.

Yo me levanté y cerré con fuerza las puertas de mi armario.

—¿Qué te imaginabas?

—No tienes ningún vestido en condiciones. Tendremos que ir de compras.

Era incapaz de procesar todo lo que estaba ocurriendo en esos instantes.

Llevábamos ya varias semanas de verano, agosto se comenzaba a acercar y mis amigos repetían todo el tiempo que debían ir a alguna fiesta. Hoy parecía ser que había llegado el día.

—No tengo dinero para ir de compras –me excusé mientras volvía a la cama.

Nunca fui una persona a la que le agradasen las fiestas, así que no me apetecía ir.

—Claro que vas a ir, y te compraremos un vestido que diga: "He olvidado a Jung Wooyoung".

—San, a mi nunca me ha gustado Wooyoung –intenté negar.

—Puedes seguir mintiéndote a ti misma, pero me sorprende que Haewon todavía no se haya dado cuenta. Supongo que no querrá darse cuenta.

La situación con Wooyoung era cada día más complicada, había mucha comunicación y al mismo tiempo había tantas cosas que no nos decíamos que a veces comenzaba a dudar de que se imaginaba mi mente y que era real.

Mientras más tiempo pasaba con él, más sentía que lo extrañaba cuándo lo tenía lejos. Sabía que todo era un error pero tampoco podía seguir negando mis sentimientos.

Era un chico amable y dulce, con una sonrisa que iluminaba a cualquiera que estuviese cerca y una risa contagiosa. Siempre alegre, siempre contento y jugando, con energía.

Wooyoung era cómo el sol que llevaba tiempo esperando a que llegase a mi vida, sintiéndolo tan cerca que abrasaba pero tan lejos cómo para estar con él.

—Está bien –acepté y eché a Choi de la habitación para poder cambiarme.

San llamó a Yeosang y poco tiempo después nos encontrábamos en el centro comercial, con mis dos amigos buscando los vestidos más apretados posibles para que usase esa noche.

—No son demasiado... ¿reveladores?

—Muestran lo suficiente –rió Yeosang mientras agarraba ese vestido en dos colores distintos.

Luego de probarme al menos diez vestidos, los tres conseguimos llegar a un punto medio con uno que debo admitir que me gustaba bastante.

Consistía en un vestido negro de manga larga con un escote no muy pronunciado. Era lo suficientemente pegado cómo para resaltar mi figura, pero no me sentía incómoda con el este, cosa que para mí era importante.

—¡Te espero en tu puerta a las nueve! –exclamó San cuándo volvimos, yo asentí no muy convencida.

¿Qué se supone que se hacía en una fiesta? Supongo que emborracharse, bailar y ver a gente besándose, nunca había estado ahí antes.

Agradecía que mis amigos fuesen a venir, estoy segura de que si hubiese estado yo sola ni se me hubiese pasado por la cabeza asistir.

Las nueve de la noche llegaron más rápido de lo que esperaba. Yo me había planchado el pelo y me había maquillado, algo que no solía hacer mucho. Preferí colocarme unas converses de zapatos ya que me negaba a tener dolor de pies durante toda la noche.

Wɪsʜ ʏᴏᴜ ᴡᴇʀᴇ sᴏʙᴇʀ (ᴊᴜɴɢ ᴡᴏᴏʏᴏᴜɴɢ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora