1.6

44 5 0
                                    

—Subamos a mi habitación –susurré–. Si hablamos fuera, mis padres nos escucharan.

—No esperaba que te gustase eso de meter chicos en tu habitación a escondidas, Yuri, ¿qué crees que vamos a hacer? –susurró divertido mientras yo rodaba los ojos.

—Si se trata de ti, seguro que no es bueno.

—Me ofendes –se colocó una mano en el pecho exagerando la situación.

—Oh, cállate y sube. Puede que me castiguen por tu culpa.

Me obedeció y ambos subimos a mi habitación. Cerré la puerta y dejé escapar un suspiro de alivio, mis padres no nos escucharían incluso si gritábamos ya que las paredes de mi cuarto estaban insonorizadas.

—¿Para qué has venido? –pregunté mirándolo, él tenía una enorme sonrisa que se fue desvaneciendo conforme me observaba.

—¿Llevas puesta la sudadera de Yeosang todavía?

—Sí, es muy cómoda –admití con una diminuta sonrisa.

—¿Te gusta Yeosang? –cuestionó y esa pregunta me tomó desprevenida.

Pensé que era obvio que sólo éramos amigos.

—¿Yeosang? ¡Es mi amigo!

—Lo sé, lo sé –afirmó mientras se tumbaba en mi cama—, sólo lo he pensado.

—¿Y a qué se debe eso?

—Lleváis toda la tarde muy juntos –comentó–. Haewon está segura de que te puede gustar, de hecho, está intentando que estéis juntos.

Lo miré hablando del tema, de nuevo volvía a parecer el Jung Wooyoung desganado que había estado viendo durante toda la tarde.

—¿Qué tendría de malo que me gustase Yeosang? –me atreví a preguntar, sentándome en mi cama, segundos después decidí recostarme a su lado.

—No lo sé –respondió mirando al techo–, sería incómodo.

—Cómo lo es que tú y Haewon sean pareja. No es agradable que cada vez que San, Yeosang o yo giramos la cabeza estáis comiéndoos la boca –me quejé–. Pero está bien, porque sois novios y lo respetamos.

—Es distinto.

—No, no lo és, es exactamente lo mismo.

Me giré molesta para no mirarlo, no entendía el motivo de su reclamo.

—Perdón –se disculpó mientras me abrazaba por la espalda–. Te queda bien la sudadera de Yeosang.

—Lo sé –reí para volver a girarme.

Tragué saliva al percatarme de la poca distancia que había entre nosotros, la cual ninguno parecía estar dispuesto a romper. Era lo mejor.

—Tengo sueño –murmuré, sin apartar la vista de sus ojos.

—Yo también –coincidió conmigo.

—¿Y por qué sigues aquí? –cuestioné confusa y él me dio una sonrisa traviesa.

—No tengo pensado irme.

Luchar contra la cabezonería de Wooyoung era, simplemente, imposible. Por lo que, en vez de negar el impulso que tenía, me acerqué a él y apoyé mi cabeza en su pecho, sintiéndome cada instante más y más cansada.

Jung seguía despierto, podía percibirlo debido a que sentía su mirada sobre mí y su respiración no cambió en ningún momento.

—Ojalá no me odies nunca –susurró, estaba segura de que pensaba que me encontraba profundamente dormida–, siento que me vas a acabar odiando, de una manera o otra. No creo que pueda gestionar bien esta situación, a veces... a veces no termino de pensar bien con la cabeza, debería corregir eso. Aunque si pensase las cosas detenidamente, no estaría aquí ahora mismo. Sólo espero que no dejes de ser mi amiga... valoro nuestra amistad.

Wɪsʜ ʏᴏᴜ ᴡᴇʀᴇ sᴏʙᴇʀ (ᴊᴜɴɢ ᴡᴏᴏʏᴏᴜɴɢ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora