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Justo cómo se había predicho, Jung Wooyoung apareció en mi puerta esa misma tarde, con un rostro ojeroso y lleno de culpabilidad. No sé si esa culpabilidad se debía a llamarme borracho, a seguir ocultándole a Haewon que sentía cosas por mí o a romperme el corazón cada sábado al despertar y encontrar sus mensajes, o quizás un poco de todas.

Ni siquiera tuve que invitarlo a pasar, porque ambos sabíamos que le dejaría entrar sin dudarlo ni un segundo. A veces sentía que mi alma respiraba por Wooyoung se una manera que definitivamente no era sana, y definitivamente llevaba un poco de razón porque no había nada más tóxico que lo que sea que tuviéramos.

Nunca juntos, y siempre el uno al lado del otro. Me preguntaba constantemente cuándo me cansaría de este juego, cuándo explotaría y viera a Wooyoung con los ojos que se merecía, ver la realidad detrás de

él.

Pero, mientras siguiera enamorada de él, él podría entrar en mi apartamento sin ningún esfuerzo y le serviría una copa de vino cómo si fuéramos los mejores amantes, aunque estábamos bastante lejos de ello.

Wooyoung entró y respiró hondo, oliendo el perfume de hombre que llevaba en mi apartamento desde la noche anterior. No mencionó nada, porque sería demasiado hipócrita de su parte reclamarme por algo así, pero su cara de disgustó delató que no estaba alegre de aquello.

—¿Cómo has estado? –preguntó, apoyándose en la encimera mientras me observaba servir las copas con especial anterior.

—Igual que ayer –admití, porque mi vida no había cambiado nada en las últimas horas que no nos habíamos visto.

Ni en los últimos meses, incluso años. Me convertía en una versión desformada de lo que alguna vez fui, pero qué pena tener una vida tan vacía.

—Eso es... –dijo, intentando comentar algo, pero sus palabras se quedaron en el aire.

Pasó las manos por su pelo, frustrado, mordió su labio y tomó la copa de vino. Se la bebió de un trago y yo vertí más en su copa, sin dejar de mirarnos, cómo si fuera una batalla de miradas en la que, en realidad, los dos ya habíamos perdido hace mucho.

—¿Cómo está Haewon? –pregunté con un tono más arisco.

No me malinterpretar, quería a Haewon y la consideraba una persona muy buena y servicial, pero dependía emocionalmente de Wooyoung hasta la médula, y una parte de mí quería culparla por impedirme tener mi historia de amor con él. La otra parte culpaba al gilipollas de Jung Wooyoung. Y a mí, por ser aún más idiota que él y dejar que jugase con las dos cómo le apeteciera.

—Bien, supongo –se encogió de hombros, mostrando su enorme falta de interés hacia su pareja.

—¿Supones? Joder, Wooyoung, vives con ella.

—Sí, pero está todo el día estudiando. Hablo incluso más contigo que con ella.

Y ahí estaba de nuevo, trayendo a la conversación el único tema que parecía interesarle. Que él me quería mucho, incluso más que a Haewon, y que no sabía cómo dejarla.

—Wooyoung si vienes a decirme lo mismo que me dijiste la semana pasada puedes irte –dije, y no sé cuántas veces dije ya esa frase, pero nunca terminaba por irse–. Hoy no estoy de humor.

—Nunca estás de humor.

Salí de la cocina y salí hacia el pequeño balcón que había en el salón. Era diminuto, pero Wooyoung y yo sabíamos que justo cabíamos nosotros dos ahí después de estar horas charlando en ese lugar, además, las vistas eran bonitas. La noche había empezado a caer y las luces iluminaban las calles de Seúl mientras ambos observábamos la ciudad en silencio, hasta que yo decidí romperlo impacientemente.

—¿Cuánto se supone que va a durar esto?

—¿El qué? –cuestionó, otorgándome una expresión de confusión.

—Charlas con copas de vino los sábados por la tarde porque es la única manera que tenemos de estar juntos. El decirme que me amas y luego no hacer nada para demostrarlo –espeté con rabia. dándole un sorbo a la bebida.

Me había acostumbrado a vivir con rabia dentro, supongo que esa era la culpa de la mayoría de mis problemas actuales.

—Yuri... tienes que entender que... –comenzó a excusarse, pero yo lo corté en medio de la frase.

—No, no me vengas a decir que Haewon te da lástima y que llevas demasiado tiempo con ella. ¿Quieres un futuro con ella? ¿Lo quieres conmigo? ¿Qué se supone que quieres, Jung Wooyoung? Porque me estoy comenzando a cansar.

No sé que me llevó a decir aquellas palabras, ni siquiera podría afirmar que las sentía en realidad, pero las había dicho y, por el estremecimiento que vi en Wooyoung, había calado en su interior. ¿Me estaba comenzando a cansar? Bueno, quizás un poco, esto era como una guerra de desgaste.

Sabía que algún día me acabaría cansando y me iría, pero ese no fue el día, porque acabamos en el sofá abrazados durante horas, sintiendo su respiración en mi cuello y aceptando que esto es lo más lejos que podríamos llegar mientras él continuara siendo un cobarde. 

Wɪsʜ ʏᴏᴜ ᴡᴇʀᴇ sᴏʙᴇʀ (ᴊᴜɴɢ ᴡᴏᴏʏᴏᴜɴɢ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora