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—¿Os apetece hacer un picnic? –propuso Kim mientras salíamos de clases el siguiente viernes luego de un duro examen.

—¡Sí! –exclamé, hacía el tiempo perfecto para un picnic.

—Está bien, yo llevaré las cosas –aseguró la chica y todos concretamos una hora.

Esperé pacientemente el momento de prepararme. Me puse una camiseta de manga corta y una falda ya que el tiempo que hacía aquel día me daban ganas de aquello.

Me peiné y llamé a San para ver cuándo salíamos, estaba de muy buen humor.

—¿Saldrás más tarde? –me quejé ante su respuesta.

—Sí, mi padrastro quiere que le ayude a colocar el nuevo cuadro familiar –explicó–. Es un poco torpe –se burló y comencé a escuchar quejidos del señor Song desde atrás, haciéndome reír.

—Está bien, mándale saludos a Jongho y Mingi de mi parte, ¡adiós! –exclamé antes de colgar.

Suspiré y me dispuse a abrir la puerta, aunque antes de eso tocaron el timbre. Supuse que sería cualquier vecino que necesitaba alguna cosa, pero no me esperaba encontrarme a Jung ahí.

—Wooyoung –murmuré al verle, quedándome estática en mi lugar.

—Podrías alegrarte un poco –dijo y yo sonreí.

—¿Qué haces aquí?

—San me dijo que no iba a poder ir, vine a recogerte –habló y yo giré mi cabeza confusa.

—No creo que me rapten a las 5 de la tarde en una de las calles principales de Goyang, si te soy sincera –dije y él comenzó a reír.

Cerré la puerta detrás mía y Wooyoung pasó un brazo por mis hombros mientras comenzábamos a caminar hacia el lugar.

Intentaba desviar la mirada de él lo máximo posible. Busqué algún detalle interesante entre el azul cielo que había sobre nosotros o entre las verdes hojas de los árboles pero por más que me quisiese engañar, no había nada que me llamase la atención cuándo él estaba a mi lado.

Y era consciente de lo mal que estaba.

Yo sabía que de pequeña Wooyoung nunca me gustó, y yo no le gusté a él. Solo fue una cosa de niños, cómo siempre me repetía.

El problema era que, al tenerlo presente en mi mente, los sentimientos apaciguados que mi interior siempre tuvo habían explotado y no sabía cómo controlarlos.

Porque yo nunca antes había sentido esto.

—No te entiendo, Wooyoung –terminé admitiendo.

Era algo obvio que yo le interesaba a él por mucho que todos quisiéramos negarlo, principalmente Haewon.

Era bastante abierta con el tema cuándo estábamos a solas, y él solía responder mis dudas a pesar de que a veces me dejaba más confusa que antes.

—¿Qué no entiendes, Yuri?

—¿Qué estamos haciendo? –cuestioné sin entender nada–. Le podemos hacer daño a Haewon.

Por nada del mundo quería lastimar a mi mejor amiga.

—No estamos haciendo nada malo, Yuri –murmuró él–. ¿En qué momento he hecho algo que no podría hacer un amigo?

Me quedé callada.

Era cierto.

Puede que para mí e incluso para él significase algo, pero no podía hacerle daño a Haewon algo que no ocurría.

Wɪsʜ ʏᴏᴜ ᴡᴇʀᴇ sᴏʙᴇʀ (ᴊᴜɴɢ ᴡᴏᴏʏᴏᴜɴɢ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora