Prólogo

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Heilige desea hablar contigo.—Escuché decir al guardia desde el otro lado de la puerta, mientras yo seguía jugueteando con mis dedos nerviosa, pensando muy bien en qué era exactamente lo que le iba a decir.

Hazla pasar.

Yo solté el aire que sostenía en mis pulmones y crucé el umbral de la puerta, viendo a Lexa sentada en su trono hecho de huesos, con el guardián de la llama a su lado izquierdo y Gustus a su lado derecho.

—¿Qué es lo que quieres?—Su tono sonó rudo, y supuse que no era un buen momento para hablar con ella.

Me alegro de verte, Heda. Vengo a desearte toda la suerte del mundo en las batallas que se están librando y quería pedirte permiso para...

—¿Para qué? Te aseguro que tengo muchas cosas en las que pensar ahora mismo, así que déjate de rodeos.—Mis labios se entreabrieron y ella se enderezó en el trono inclinándose hacia mí.

Para una visita a Tondc.

—¿Hay algo que te incumba en Tondc?—Yo tragué duro ante su pregunta, ella sabía perfectamente qué era lo que me incumbía en Tondc.

Bueno, hace dos años que no salgo de Polis, y me gustaría poder volver aunque sea un día a mi pueblo para ver a mi padre.—Expliqué.

Su semblante serio hizo que mis piernas temblaran.

—¿Y crees que es un buen momento para visitas familiares? Sabes perfectamente que no puedo ponerte en peligro.

No me pondrás en peligro, iré con Enzo, no me pasará nada si él me escolta.—Hablé señalando a mis espaldas donde se encontraba Enzo, un hombre robusto y de cabello largo con cara de no haber hecho un amigo en su vida.

Ella miró a mi guardia, luego su mirada volvió a caer sobre mí.

No.

Lexa, por favor.

Lo último que me faltaba ahora es perder a la Heilige.—Yo di un paso al frente y Gustus apretó sus puños.

No me va a pasar nada.

El bosque ya no es seguro, y lo sabes.—Claro que lo sabía, y es por eso mismo por lo que necesitaba ver a mi padre antes de que fuera demasiado tarde.

Nunca te he pedido nada, Lexa. Desde que me nombraste doncella siempre he puesto mi deber antes que mi corazón, y lo seguiré haciendo, pero necesito que por una vez me permitas ser solo yo y ver a mi familia.

Su expresión se suavizó y supe que había conseguido llegar hasta su corazón.

No eres sólo , eres la Heilige y tu deber es dar la vida por este pueblo. Acepta tu destino y no deshonres el rito de sangre.—Habló Titus a su lado, y Lexa le mando callar casi al instante.

Luego se quedó unos segundos en silencio, con su dedo índice sobre el arco de cupido de sus labios.

Partirás mañana al amanecer, y volverás al día siguiente al amanecer, ni un segundo más. Mandaré algún guerrero más a escoltarte y no hagas ninguna tontería.

Una sonrisa ensanchó mis labios y tuve que aguantarme las ganas de saltar y chillar.

Heda, no tienes porqué complacer sus deseos egoístas.—No había nada que me gustara más que ver la cara de desaprobación de Titus, ese hombre siempre me había parecido un idiota.

ʟᴀ ᴅᴏɴᴄᴇʟʟᴀ. [Bellamy Blake]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora