XI

1.2K 120 3
                                    

En cuanto llegamos a las puertas del pueblo, después de haber pasado la noche en el bosque, la comandante y Gustus se bajaron de los caballos y yo hice lo mismo, aunque con algunas complicaciones por la pierna herida.

—Las armas, hay que entregarlas antes de entrar.—Escuché decir a Lincoln y no pude evitar girarme para ver la cara del azabache.

Él entregó su rifle con el ceño muy fruncido y una mirada letal que creó una tensión violenta entre él y Gustus.

Los demás también entregaron sus armas sin rechistar, yo sólo esperé al lado de la comandante a que lo hicieran.

Heda, todo despejado.—Le informó Gustus.

Ella asintió con la cabeza.

Y nada más la comandante se dio la vuelta y ordenaron que se abrieran las puertas del pueblo, comenzamos a caminar hacia el interior.

La gente de Tondc no tardó en acercarse y poner malas caras al ver a nuestros enemigos caminando con nosotros.

—¿Por qué los has traído, Heda?—Gritaron algunos, muy enfadados por la visita.

Totalmente entendible, Finn mató a una decena de personas en este mismo lugar, solo de pensarlo se me creó un nudo en la garganta.

—¡Muerte al pueblo celeste!

El ruido y los reclamos aumentaban a medida que nos adentrábamos, la gente estaba muy enfada.

—¡Asesinos, iros a casa!—Se escuchaba por todas partes.

Me quedé unos segundos anonadada mirando a la gente cuando me fijé que alguien se había detenido en frente de nosotros. Mi padre.

Al verlo, la felicidad inundó la sangre de mis venas y corrí hasta sus brazos.

Él me correspondió el abrazo, y yo escondí la cabeza en su pecho, sintiéndome de nuevo una niña pequeña que cuando me caía y me hacía daño en la rodilla corría hasta los brazos de mi papá.

Después de unos segundos nos separamos, y sus ojos ámbar me recorrieron cada rincón de mi rostro.

—Mi pequeña.—Dijo, acariciando mi cabeza.

Yo le sonreí abiertamente, con el corazón al descubierto.

—No me lo creía cuando me contaron lo que te pasó. Ojalá hubiera estado aquí para detenerles.—Dijo, en un tono bajo para que solo le escuchara yo.

Supe de inmediato a lo que se refería, a lo que pasó en Tondc.

—No hubieras podido hacer nada. Lo importante es que estoy aquí, sana y salva.—Respondí, sin soltar sus brazos.

—Lo habrás tenido que pasar fatal.—Añadió y levantó la cabeza para mirar detrás mía.

—Después de todo el daño que han hecho, ¿los traes aquí?—Supe que las palabras iban dirigidas a la comandante, pues sus cejas se hundieron. Hacía tanto que no veía a mi padre enfadado, que incluso se me hizo extraña su reacción.

Yo miré sobre mi hombro para ver a Lexa, ella no movió ni un pelo.

—Secuestran a mi hija, masacran a mi pueblo. Esos asesinos no son bienvenidos aquí, comandante.—Añadió.

—Apártate.—Ladró Gustus, justo al lado de Heda.

—Papá.—Yo tiré de su brazo, pues sabía lo que pasaría si no se callaba y les dejaba pasar, sabía lo que le pasaría si desafiaba a la comandante en el medio del pueblo, con todos mirando.

ʟᴀ ᴅᴏɴᴄᴇʟʟᴀ. [Bellamy Blake]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora