CAPÍTULO 1

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LA SEDUCCIÓN DEL INFIERNO

Jillian

—¿Acaso mataste a alguien? Antes de irte prometiste nunca volver. —la pregunta me eriza la piel mientras mis ojos se encuentran con los suyos, que me miran de manera inquisidora.

—¿De verdad gastarás tu turno preguntándome por una estupidez que dije cuando tenía doce años? —cuestiono mientras escucho el sonido de la madera de la fogata arder alentada por la suave brisa del mar, desprendiendo pequeñas partículas de luz que se elevan y se pierden en la arena de la playa.

El sonido de fondo de las olas del mar chocando contra las rocas de la bahía le da un aire tranquilo a la noche, las estrellas brillan en lo más alto del cielo y el viento frío de la noche juega con mi cabello mientras los tres me miran expectantes esperando que responda la pregunta, no logro entender su interés por algo tan insignificante como eso.

—No me digas que tienes miedo de responder la pregunta, siempre fuiste una lápida pero los años han pasado. Relájate, ya no tenemos doce años, hermanita. —ironiza Eduardo tomando otro malvavisco de la bolsa para asarlo en la fogata.

Desde niños desarrollamos una gran complicidad, por lo cual ante los demás yo era su "hermanita" a pesar de no tener ningún lazo sanguíneo.

—¿Acaso no tienen una pregunta menos aburrida para hacer interesante la noche? —devuelvo tratando de aparentar indiferencia, parece más un interrogatorio policial que un estúpido juego de verdad o reto.

—Ya que quieres hacer algo más interesante, ¿Por qué entonces no eliges un reto? —propone Alekséi con un aire ligeramente desafiante al tiempo que me acomodo esbozando una sonrisa divertida.

—¿Qué tienes en mente? —me humedezco ligeramente los labios con la lengua. Es nuestro penúltimo día de vacaciones antes de nuestro cuarto semestre en la universidad, ¿Por qué no cerrar la noche con algo digno de recordarse?

Acerco mi rostro ligeramente al fuego mientras los miro fijamente, aceptando el desafío.

—Ponte de pie a orillas del mar, quítate el sostén y haz el baile más sensual y atrevido que hayas hecho nunca frente a ese grupo de turistas —suelta mientras señala un grupo de chicos que se encuentra bebiendo cerca de nosotros mientras escucho a Valerie toser a punto de ahogarse con la soda que está bebiendo.

No puedo evitar sonreír desafiante al escuchar el reto mientras asiento en señal de que lo haré, en tanto los miro acomodarse burlones sobre la arena para no perderse un solo detalle mientras Valerie se limita a mirarme con los ojos desorbitados, incrédula a lo que está por suceder. Después de todo, ella siempre había sido más recatada.

—Jill, no creo que... —comienza a decir mientras Alekséi le coloca la mano sobre la boca para impedir que siga hablando.

La playa privada del hotel en el que estamos hospedados está bastante concurrida, pasa de la media noche por lo que me encamino cerca del grupo de chicos que al verme pasar pareciera que me desnudan con la mirada al tiempo que escucho decir a uno de ellos:

—¡Hey, mami! ¿¡Por qué no vienes aquí y nos haces compañía!?

Volteo a verlos mientras les muestro con ambas manos el dedo medio al tiempo que me alejo.

Ya de pie en la orilla del mar levanto ambos brazos y de manera lenta y cadenciosa deslizo una mano hacia el nudo detrás de la nuca, con un leve tirón lo desato mientras ambos cordones se deslizan a través de mis pechos.

Coloco ambas manos sobre ellos para dejarlos parcialmente al descubierto y continúo moviendo mis caderas al compás del vaivén de las olas para finalmente despojarme del sujetador del traje de baño negro de dos piezas que decidí usar hoy. 

Cuando el infierno se viste de cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora