PREFACIO

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El fulgor del infierno reflejado en su mirada no hacía más que confirmar que no había mejor ofrenda que lavar sus heridas con sangre, incluyendo la de su "padre". El primer disparo hace eco en las paredes de la habitación seguido de un golpe seco que consigue poner en alerta mis sentidos. 

—Si sabes lo que te conviene arroja el arma, perra —advierte uno de los hombres que han venido a darle caza al demonio mientras el otro yace muerto sobre un charco de sangre en el suelo del departamento con una herida de bala en la cabeza.

—No soy estúpida, sé que no vas a matarme porque me quieren viva, pero si tengo que ir al infierno tú me harás compañía —la escucho decir con firmeza mientras, oculto detrás de la barra de la cocina, saco el arma que llevo escondida en el cinturón—. Así que, si sabes lo que te conviene, arroja el arma y consideraré darle otra oportunidad a tu miserable vida. A menos que prefieras que le envíe un mensaje a tu jefe escrito con tu sangre —amenaza a la vez que se desplazan simultáneamente sin dejar de apuntarse.

—¡A mí ninguna puta va a venir a darme órdenes! ¡Tu suerte se acabó, maldita zorra!

Me pongo de pie y camino de manera cautelosa al tiempo que nuestras miradas colisionan como la de dos depredadores seguros de que la presa ha caído mientras danzan alrededor de ella entre el aroma del miedo y la sangre. 

Observo como la tensión y el nerviosismo se apodera de él cuando escucha el seguro de otra arma accionarse, listo para disparar enfoco mi objetivo mientras la adrenalina recorre cada parte de mi cuerpo.

Una bala está lista esperando por él en el momento en que sea lo suficientemente estúpido para hacer un mal movimiento. Enfoco el objetivo con la pistola antes de mirarla, dando un breve repaso desde la distancia a las delicadas facciones de su rostro que le dan incluso un aura angelical, pero sus ojos expresan una inclemente frialdad que deja al desnudo su verdadera esencia, su belleza únicamente puede igualarse con la oscuridad que lleva dentro pues no es ningún secreto que en la naturaleza lo más hermoso siempre es lo más letal.

En sus ojos veo abrirse las puertas del infierno dando paso a sus demonios, cobrando deudas marcadas con sangre, el fuego se había encendido amenazando con quemar todo a su paso hacia un camino sin retorno. El silenciador del arma impide que el sonido del segundo disparo haga eco en las paredes del departamento mientras el hombre cae de rodillas al suelo, ahogado en los estertores de su propia sangre.

—Cuando quieras dispararle a alguien, procura que yo no esté detrás del objetivo —espeto devolviendo la mirada hacia ella, que guarda su arma con indiferencia como quien mata dos ratas. 

El azul de sus ojos mientras me mira me hacen evocar el cielo, pero ella fue hecha y esculpida por el mismo diablo en el infierno.

—No te preocupes, siempre sé perfectamente hacia donde apuntar, especialmente cuando se trata de matar —expresa esbozando una sonrisa perversa y seductora, mientras acerca su cuerpo al mío.

Siento el roce de sus senos en mi pecho en tanto desliza una mano a través de mi abdomen hasta llegar a mi entrepierna, entreabre sus labios rozando los míos mientras su lengua juguetea de manera sensual desatando la erección que acelera mis latidos aumentando las ganas que tengo de follarla, la tomo de la cintura mientras la aprisiono contra mi cuerpo al tiempo que nos besamos de manera salvaje desatando toda el ansia contenida, sin embargo, sabe que no es el momento y escapa de mi agarre de manera juguetona mientras se aleja.

—Vamos, tenemos que largarnos. Este lugar ya no es seguro.

Salimos del edificio a toda prisa mientras abordamos nuevamente el Lamborghini que nos espera estacionado a unos metros de la avenida. La veo arrojar al asiento trasero la bolsa con varios fajos de billetes de alta denominación, así que enciendo el auto escuchando el rugir del motor mientras desaparecemos cobijados en la oscuridad de la noche.

Cuando el infierno se viste de cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora