HERMOSO ESPEJISMO
Jillian
Siempre supe, desde el día en que nos conocimos, que Cárter me odiaba. Aún recuerdo la primera vez que Kerstin lo llevo a casa, había visto desfilar por años a sus numerosas parejas con las que me vi obligada a convivir durante mi primera infancia, por lo que creí que él no sería el último así que no le di demasiada importancia, pero al parecer me equivoqué.
Cuando a los ocho años después de haber regresado de unas vacaciones por Italia me contaron sobre su compromiso, casi sentí lástima por él, conmiseración que se encargó de destruir en cuestión de minutos durante nuestro primer encuentro dejándolo con la mano estirada antes de pasar de largo rumbo a mi habitación mientras mi madre intentaba en vano reprenderme.
—Jillian no seas grosera, ¿Es que acaso no dirás nada? ¡De ahora en adelante, Cárter será el hombre de la casa y tendrás que aprender a respetarlo como a un padre!
—Ya tengo uno. Y si ese señor fuera mi padre, yo no sería su hija —giré ligeramente la cabeza mientras subía las escaleras mirándolos con desdén.
En el fragor de la guerra no es necesario valerse de armas para dejar cicatrices. Entre nosotros nunca hubo espacio para una tregua y, a pesar de que, tras casi diez años teniendo que soportarlo viviendo bajo el mismo techo, cualquiera pensaría que si no había llegado a quererlo al menos a tolerarlo, la verdad es que hay personas que no necesitas conocer demasiado para sentir un desprecio y aversión que con el pasar de los años solo se acrescenta.
Sobre todo después de haber tenido las agallas de tratarme como a una intrusa en mi propia casa, haciéndome sentir cada vez que podía, que no valía más que cualquiera de los objetos que había en la casa.
En múltiples ocasiones lo vi intentando convencer a Kerstin de enviarme a algún internado en el culo del mundo donde no pudiera volver a molestarlos hasta que cumpliera la mayoría de edad, con el pretexto de que me hacía falta una mano dura que me enseñara disciplina lo único que siempre se lo impidió era el hecho de que, de haberlo hecho, su cabeza seguramente acabaría rodando a los pies de mi padre.
Aún recuerdo aquella tarde, era domingo, la casa se encontraba sola pues la servidumbre tenía el día libre así que me encontraba recostada sobre el camastro del jardín mirando mis redes sociales en el celular.
Lo vi descender de su auto a toda prisa mientras azotaba la portezuela, se notaba por su semblante que se encontraba tenso y nervioso, podía asegurar incluso que sudaba copiosamente al tiempo que se aproximaba en mi dirección, mas no le di importancia y preferí ignorarlo pues imaginé que seguramente habría estado bebiendo como siempre.
—Lo último que quiero en este momento es ver tu cara, así que, si no te importa, quiero estar sola. —Espeté sin miramientos mientras lo veía parado frente a mí, mientras observaba nervioso su reloj.
—Tolero tus desplantes solo porque traigo un mensaje de tu madre.
—Puedes decirle que, por si no lo sabía, ya se inventaron los celulares, así que no hay necesidad de intermediarios.
—Sabes cómo es ella, quería que fuera una sorpresa, pero veo que contigo es imposible tener ese tipo de detalles.
—Entonces di lo que tengas que decir y lárgate. —Ordené con desespero mientras en mi rostro se dibujaba una mueca de fastidio.
—Deberías intentar ser más amable con Kerstin, ella lo único que quiere es complacerte mientras tú lo único que haces es... — Me incorporé abruptamente dispuesta a marcharme al tiempo que se esforzaba por terminar de hablar—. ¡Está bien! Ya entendí, sin rodeos, ella quiere que vayamos a celebrar en familia tu cumpleaños. Sabe que piensas pasar ese día con tus amigos, así que quería darte una sorpresa antes del día especial y me pidió que te llevara conmigo.
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Cuando el infierno se viste de cielo
Fiksi RemajaJillian Ackerman ha resurgido de las profundidades del infierno. Conoce a las bestias y sabe seducir hasta a los más crueles demonios, envolviéndolos en las llamas de la pasión y el deseo. El perfume de la muerte se percibe a su alrededor, incitant...