CAPÍTULO 2

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YEUX DU CIEL

Jillian

—¿¡Lo has visto ya!? ¡Dicen que es muy guapo, como si hubiera sido esculpido por los mismos dioses!

—¡Dicen que su familia es de las más importantes y ricas de Inglaterra!

Camino entre los pasillos de la universidad, siento que la cabeza me va a explotar gracias a la fuerte resaca pero no me arrepiento de nada, es más, me divierto imaginando la cara que debió haber puesto aquel idiota al volver y darse cuenta de que me había ido pero en mi lugar, lo estaba esperando una extensa cuenta de bebidas que fueron su premio por haber intentado hacerse el casanova conmigo.

—¡No lo sé, yo solo quiero que me empotre y me de contra la pared, se ve que es de los que les gusta el sexo rudo!

—¡Escuché que sus padres financiaron la construcción del nuevo auditorio!

He pasado las últimas horas de la mañana aburriéndome hasta la muerte y cuando salgo solo veo globos de colores y una enorme pancarta que nos da la bienvenida al gran infierno, sumado a los constantes comentarios que escucho sobre el estudiante de intercambio que ha venido a ayudar a la universidad como miembro fundador de un importante proyecto piloto del que no me interesa saber absolutamente nada.

Me dirijo lo más rápido que puedo al piso que renté en la zona departamental del campus, no quiero tener que estar dentro de este lugar más de lo que sea necesario. Al llegar, cierro la puerta tras de mí, escuchando los ladridos que me hacen dejar a un lado el mal humor, agachándome para recibir al doberman negro que mueve la cola alegre, dando vueltas y acercándose a lamerme el rostro.

—¡Sombra! —lo llamo agachándome para acariciar su pelaje—. ¿Me extrañaste? —pregunto acomodándole el collar mientras observo la placa circular hecha de oro que reluce en su pecho con su nombre grabado.

Tomo el ladrido que hace eco en las paredes de la sala como una respuesta haciéndome sonreír de manera genuina mientras me pongo de pie, escucho el sonido de sus garras contra la madera del piso cuando comienza a seguirme escaleras arriba hacia mi habitación.

Al llegar, tomo del buró la pequeña caja forrada en terciopelo rojo con detalles dorados y el logo de la joyería, no lo he abierto desde que lo recibí y no puedo contener más la curiosidad.

Dentro de la caja me encuentro con un hermoso collar, la delgada cadena es de oro blanco y el colgante simula los pétalos de una flor decorada con pequeños diamantes blancos que relucen como estrellas, pero lo que realmente seduce es la piedra negra con reflejos azulados de forma ovalada que reluce en el centro resaltando la elegancia de la fina pieza. Es una serendibita, una de las piedras preciosas más caras del mundo.

Tomo entre mis dedos la tarjeta mientras leo el mensaje escrito en ella.

«Pour ces yeux du ciel qui sont une fenêtre sur le paradis qui brûle dans le feu de cet enfer.»

(Para esos ojos de cielo que son una ventana al paraíso que arde en el fuego de este infierno.)

Una media sonrisa se cuela entre mis labios al tiempo que vuelvo a admirar el collar, siempre he sentido fascinación por la belleza de los detalles que dan elegancia a una joya.

—¿Qué dices? ¿Desempacamos o dormimos un poco mientras esos idiotas hacen juerga allá afuera como si no supieran que terminarán odiando también este lugar? —inquiero observando a Sombra subir a mi cama y acomodarse en ella— Excelente elección —hablo tirándome al colchón al tiempo que me despojo de mis botas mientras él se acurruca a mi lado.

Justo cuando comienzo a quedarme dormida, escucho como alguien llama repetidas veces al timbre provocando que me levante con fastidio; moviéndome con pesadez mientras bajo descalza para abrir la puerta. La mujer rubia al otro lado me observa con preocupación y entra sin permiso alguno, sosteniendo varias bolsas de compra en ambas manos dejándolas sobre el sofá: Kerstin.

Cuando el infierno se viste de cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora