MORIOR INVICTUS
Jillian
Cada eco a mi alrededor toma la forma de un susurro que clama mi nombre desde el purgatorio en el que los demonios esperan por mí, pero si quieren mi cabeza en bandeja de plata, hoy no será el día para cortarla, les espera una guerra muy larga que estoy dispuesta a librar.
El ritmo de mis pasos están marcados por la adrenalina que corre por mis venas, las tiendas del centro comercial se convierten en borrones ante mi desesperada visión que se esfuerza por enfocar cada uno de los rostros que veo a mi paso, en busca de aquel par que quedaron grabados a fuego en mi memoria aquella noche en el bar, entre bestias en una lucha por el poder y la supervivencia, el instinto y los sentidos siempre están en alerta.
Los rayos del sol bañan mi silueta a través de los tragaluces de cristal ubicados en el techo, cosa que para un animal nocturno no es bueno, pues la oscuridad de la noche es su mejor aliado. Mi reflejo en el suelo de mármol se distorsiona y los maniquíes de los escaparates no parecen más que espectadores mudos en mi carrera contra el destino.
Cargo mis bolsas de compra acelerando el paso, entrando y saliendo de las tiendas con intenciones de perderlos, de vez en cuando volteo hacia atrás con disimulo; en el momento en que no consigo ver a ninguno de esos malditos, me acerco al elevador, presionando el botón con insistencia para que haga una parada.
Permanezco alerta, observando con discreción a mi alrededor los diferentes pisos del lugar a través de las pasarelas y barandillas de vidrio hasta que mi mirada se cruza con la de uno de ellos quien trata de subir a toda prisa entre el tumulto de gente las escaleras eléctricas, mi corazón late acelerado dentro de mi pecho, intento aparentar aplomo mientras maldigo en mi interior una y mil veces lo lento que parece transcurrir el tiempo en este momento.
Finalmente se escucha el tintineo del elevador detenerse, las puertas se abren frente a mí al tiempo que entro impactando contra alguien que estaba a punto de salir. Lo siento mucho por el desconocido pero él no está siendo perseguido, así que volteo y presiono el botón para que las puertas se cierren.
—¿Qué diablos se supone que estás haciendo? —pregunta—. No sabía que estabas tan deseosa por repetir lo que pasó aquella noche en los camerinos —añade con cierto rastro de burla.
Esa voz. Ese acento que llena mis oídos llevándome a maldecir de nuevo, creo que nunca antes en toda mi vida había odiado tanto las malditas casualidades como en este momento.
—Cuéntame, Ackerman, ¿Acaso me espías? ¿Por qué demonios te veo en todos los lugares a los que voy? —indaga, cruzándose de brazos al tiempo que se recarga en la pared del elevador mientras me observa de manera inquisitiva, sin embargo, mi atención se centra en presionar el botón que nos llevará al estacionamiento ignorando su pregunta hasta que las puertas se cierran.
—Maldita sea, Blake este no es buen momento para tus ironías. Me agradabas más cuando hablabas menos —ironizo, dando media vuelta para mirarlo.
Lleva su característico abrigo negro, un suéter y pantalones del mismo color, los mechones de su oscuro cabello enmarcan su rostro, acentuando el color de esos enigmáticos ojos turquesa y esos labios perfectamente delineados de un tenue color rosado, encerrados en el elevador puedo aspirar ese aroma embriagador de su perfume que por un instante calma mi nerviosismo.
—Por desgracia para ti, yo no puedo decir precisamente que me agradabas. Pero sí solías ser más soportable cuando no te portabas como una demente acosadora —expresa mientras se acerca a paso lento clavando sus ojos en los míos mientras recorre mi rostro en una expresión malditamente retadora por ver quien mantiene la templanza.
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Cuando el infierno se viste de cielo
Fiksi RemajaJillian Ackerman ha resurgido de las profundidades del infierno. Conoce a las bestias y sabe seducir hasta a los más crueles demonios, envolviéndolos en las llamas de la pasión y el deseo. El perfume de la muerte se percibe a su alrededor, incitant...