OMNES SUMUS PECCATORES
«TODOS SOMOS PECADORES»
Aryan
De regreso al auditorio la observo arreglarse el cabello y la ropa en un vano intento de ocultar lo que pasó, incluso en esos pequeños momentos emana sensualidad. La hija de la señora Evans nos observa con curiosidad por un instante hasta que le devuelvo la mirada ocasionando que finja demencia volteando en otra dirección, es una chica muy perceptiva a pesar de su aparente timidez, pero lo último que necesito y quiero en mi vida es que la gente empiece a meter el culo en mis asuntos.
Me dirijo a la sala de juntas atravesando el pasillo sin mirar a nadie, seguido de la señora Evans y los pocos voluntarios que ya se encuentran dentro del auditorio.
—¡Apresúrate, anda, reparte esto frente a cada asiento! —la decana le habla a su hija mientras le da pequeños empujones y la chica asiente con torpeza, mostrando una lentitud exasperante.
Comienza a repartir en cada uno de los lugares las carpetas que contienen la información de los detalles del proyecto mientras el resto se enfocan en tener todo listo para el momento esperado. Casi todos aquí parecen a punto de sufrir un colapso nervioso y me resulta tan ridículo como entretenido pero ella desborda hastío, es una situación irónica pues a mí tampoco me despierta un gran interés.
La reunión transcurre como lo esperé: de forma lenta aunque sin inconvenientes. Mientras explico los detalles del proyecto, los hombres y el par de mujeres que se encuentran sentados en la mesa me observan con atención, me muevo con confianza a través de la sala, señalando varios datos en las gráficas que se proyectan en la pantalla que se encuentra detrás de mí, después de todo, persuadir también es un arte.
—¿Y qué nos asegura que su proyecto es rentable, señor Blake? Además de viable, por supuesto —cuestiona esta vez una de las dos mujeres.
—No solo es rentable, señora Atwood, también es socialmente responsable. La mayor parte del financiamiento provendrá de la fundación Blake & Hertford, además de la participación de otras instituciones educativas y centros culturales con los que se ha llegado a un convenio y bajo el patrocinio de las marcas de sus productos... —Súbitamente algunas hojas resbalan de la carpeta de uno de los inversionistas y la hija de la señora Evans se apresura a recogerlas.
Por el rabillo del ojo, la observo levantarse de su asiento con la intención de ayudarla, pero al ver que lo tiene bajo control, o al menos tanto como puede, vuelve a sentarse. Puedo ver que ha notado que la estoy observando porque sus labios trazan una ligera sonrisa maliciosa mientras cruza una pierna por encima de la otra con evidente coquetería, dejando ver a través de su minifalda ese par de piernas de apariencia definida y firme al tiempo que juguetea con un mechón de su cabello. Maldita.
—Existen otros inversionistas interesados en formar parte de este proyecto, pero los elegí a ustedes porque conozco su habilidad para hacer negocios y porque en este medio ser bueno no basta. Al igual que ustedes, quiero rodearme de los mejores —insinúo mientras los observo mirarme
Hacerle creer a alguien que es un peón reemplazable en un juego del que todos quieren formar parte es la pieza clave de una situación como esta, sumado a la idea de que estas personas solo están sentados aquí por las cifras, porcentajes y resultados de una jugada que no solo les va a representar el incremento de varios ceros en sus ingresos de ventas y si no que además les va inflar el ego en alabanzas por una caridad disfrazada.
Me enfoco en lograr mi objetivo así que dejo de prestar atención a sus provocaciones, se sabe consciente del efecto que sus atributos tienen en los demás y sabe cómo utilizarlo a su favor.
ESTÁS LEYENDO
Cuando el infierno se viste de cielo
Teen FictionJillian Ackerman ha resurgido de las profundidades del infierno. Conoce a las bestias y sabe seducir hasta a los más crueles demonios, envolviéndolos en las llamas de la pasión y el deseo. El perfume de la muerte se percibe a su alrededor, incitant...