Barry (parte 2)

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La puerta se abrió y vio a Finn, vestido como de costumbre, como se vestía cada vez que se iba a trabajar, tal vez había tenido videollamadas en casa. Barry fue muy bien recibido por él.

-. Cariño ¿qué haces así? ¿Has venido corriendo? ¡Qué loco estás! -dijo Finn, acariciandole la barbilla con una sonrisa, abriendo más la puerta- Entra, anda, antes de que te de algo.

Barry entró sin pensárselo mucho, quería disimular, pero tenía la mirada completamente perdida, no podía parar de pensar en aquella masa de tinta en forma de persona.

Finn supo enseguida que le pasaba algo, estaba agotado y con la mirada más ausente que de costumbre, pero conociendo a Barry sabía que primero se resistiría a contárselo y acto seguido, lo haría. No le metería presión.

- Estoy enviando unos e-mails, aún tardaré, -dijo Finn, dirigiéndose al salón- pero puedes empezar a cenar sin mi.

Barry adoraba a Finn por muchas cosas, pero la principal era su manera de ser… no sabría cómo explicarlo.

Por ejemplo, Barry aún recordaba el comentario homófobo de la vieja de la piscina de aquella mañana, y aunque Barry se había reído a carcajadas, en el autobús se había arrepentido de hacerlo, se había sentido herido y con miedo había pensado en que, si hoy era un comentario homófobo por una abuela con pocas luces, mañana podía ser una paliza por la calle, por ser algo que Barry no había decidido ser y que sin embargo no se avergonzaba de serlo.

Y solo quería que al llegar a casa estuviera Finn, porque siempre le sonreía al saludarle, de la misma manera, daba igual si había tenido un día de mierda en la oficina o trabajando desde casa, Finn siempre se mostraba feliz para él. Y esa manera tan afectuosa que tenía Finn de sonreírle hacía que Barry viera las cosas de una manera más positiva.

Tenía el móvil petado de fotos de Frankie que no podía eliminar de su móvil, sospechaba que acababa de volver loca a la mejor de sus alumnas… no pasaba nada, era como si Finn, su sonrisa o su presencia lo alegraran todo.

-. Ahora me voy a mi despacho y me pongo a corregir exámenes -dijo Barry, la verdad no podía hablar mucho, todas sus fuerzas las había perdido corriendo- ¿qué tal con la vieja homófoba de esta mañana?

Cuando había entrado a casa, a Barry se le había caído el bolso con todos los exámenes y no se había dado cuenta. Lo dejó ahí. Caminó hasta el salón, donde estaba Finn, sentado en el suelo y con el ordenador en la mesa del salón y unos papeles desordenados en el. suelo.

-. Tenías razón -respondió Finn, sin apartar la vista del ordenador- vivía en el siglo dos antes de cristo. -levantó la vista del ordenador, miró a Barry y añadió- pero me he quedado a gusto.

Barry recogió los papeles que había por el suelo, los ordenó como pudo y se los entregó a Finn. se sentó en una de las sillas para tenerle cerca.

Pensó que podría contarle lo de la masa de tinta, Barry no había conocido nunca a nadie con ese poder, sin embargo sabía mucho sobre el tema; algo le decía que Finn podría conocer a alguien que pudiese convertirse en tinta, el era muy extrovertido y si no era amigo de toda la ciudad era porque no quería.

-. ¿Te pillo en mal momento?

-. No, que va -respondió Finn, y cerró la pantalla del ordenador para poder hablar mejor con Barry- en nada tengo unas videollamadas y no me podrás hablar, pero ahora estoy libre. Para ti.

Últimamente Finn tenía mucho trabajo, así que intentaría no molestarle mucho. No quería preocuparle, pero debía de contar lo que acababa de vivir con tal de pedir ayuda.

-. Simplemente… tengo una sensación muy rara.

-. ¿En qué sentido?

Y decidió contarle lo que le ocurrió hacía a penas unos minutos.

R.A.P (Real Academia de Poderes)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora