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—No lo puedo creer.— Martin se me reía al ver la tapa del libro que me regaló Laura— es una hija de puta, boluda.
—Lo es, lo peor es que lo estoy leyendo.— su risa no paraba y la gente que pasaba lo miraba raro.
Odio a la gente.
—Después decime si es bueno y me lo compro, tal vez así entiendo porque mi papá me abandonó.
—Tu papá no te abandonó.— le recordé o mas bien traté de hacerle entender.
—Cierto, está muerto.— dice tranquilamente y yo me ahogué con mi propia saliva.
—No seas tan bruto para decir las cosas.— le di un golpe en el brazo.
—Es mi humor.— se encogió de hombros mientras esperaba a que yo pague los vinilos.
—Perdón que te moleste, pero quería consultar sobre si están tomando personas.— le pregunté a la chica de la caja cuando le entregué mi tarjeta.
Re de cara dura pero necesito trabajar.
—No me molestas, pero la verdad es que no sabría decirte igualmente dejame tu currículum si lo tenes.— me respondió simpática, mas linda.
—Muchas gracias, de verdad.— saqué de mi bolso un currículum, siempre los llevo por folios separados, se lo entregué y ella a cambio me pasó la tarjeta con la bolsa de los vinilos.— fuiste muy amable, gracias.
—Gracias a vos, cualquier cosa te llamamos.— nos despedimos con un intercambio de sonrisas y salimos del local.
—No sabía que estabas buscando trabajo.— me dice mi amigo.
—Si, ya estuve tirando por algunos lugares pero nada.— hice una mueca de desilusión.
—Tranqui, ya vas a conseguir algo.— me abrazó por los hombros y caminamos por el centro para ir a chusmear bazares, nuestro pasatiempo favorito.
—¿lo compramos?.— la voz de Martin me obligó a sacar mi vista del celular, me señalaba un pack de cosas esenciales para la cocina y eran ROSA PASTEL.
