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30 de noviembre, 2024.

30 de noviembre, 2024

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Estaba saliendo del trabajo yendo en dirección al auto que mi abuelo me prestó, no quería que me manejara en taxis, por una cuestión de seguridad

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Estaba saliendo del trabajo yendo en dirección al auto que mi abuelo me prestó, no quería que me manejara en taxis, por una cuestión de seguridad.

Todavía me costaba un poco manejar por la cuidad porque me perdía, así que usaba el gps para ir a todos lados. Encima tenía que ir a buscar a Laura al trabajo, porque quiere que almorcemos juntas.

Estacioné frente al trabajo de Laura después de veinte minutos, ella me estaba esperando sentada, le toqué la bocina porque andaba en otro mundo.

—Holis.— es lo primero que dice al subirse al auto.

—Hola Lau.— nos saludamos con un choque de mejillas.

—¿A  dónde vamos?.— le pregunté cuando puse en marcha el auto.

—A cualquier lugar, al que veamos primero.— que hija de puta, me había dicho que iba a buscar un lugar para ir, pero es re colgada, no se le puede pedir nada.

—La próxima yo busco algún lugar.

—Bueno, vos maneja que yo pongo música.— ya sabia que se venían todas canciones de Maria Becerra, porque últimamente está re obsesionada con ella.

Cuando llegamos al restaurante por mi parte pedi unas pastas con salsa blanca, mientras que Lau se pedía carne con ensalada.

A mi cabeza vino la conversación, que tuve con mi novio, sobre Laura y Julián.

—Este lugar tiene pinta de que vienen puros chetos.— tenía que darle la razón porque es un lugar bastante culo roto; extraño los panchitos que comprabamos a la esquina del instituto, eso si era un lujo.

—Te quería preguntar algo.— ella asiente como dándome el pase para que siga hablando.—¿Que onda con Julián?.

—Ninguna onda.— me responde antes de tomar agua.

—No te creo.— Enzo me había dicho que Juli le comentó cuando ella le habló.

—No me creas.— se encogió de hombros y decidi no preguntarle mas.

A Laura se le había cambiado el humor de un momento para otro; me contestaba mal, como poniendose a la defensiva.

—¿No te vas conmigo?.— le pregunté cuando salimos y ella se estaba yendo para otro lado.

—No, quiero estar sola. Te mando un mensajito cuando llegue a casa.— me dice y luego se acerca a darme un beso en la mejilla.

Me preocupa verla así,  está muy rara. Sabía que tenía que darle su espacio, pero de igual manera seguía pensando en que le pasaba.

Subí al auto y manejé directamente a la casa de Enzo. Al llegar me encontré con él recién bañado y ese perfume riquísimo que me dan ganas de drogarme con el.

¿Por qué los perfumes hacen mas lindo al hombre?

—Hola hermosa.— me recibe con un beso, como siempre. En el momento que se quiso alejar, puse mi mano en su nuca haciendo que él me siga besando y profundizando el beso.— amor, no podemos ahora.— me susurró entre besos.

—¿Por qué?.— le pregunté media agitada por la falta de aire.

—Porque están mis viejos en la cocina.— mis se me salen los ojos. ¿Por qué no me dijo que estaban acá? me agarró un crisis y quise salir de la casa, pero Enzo entre risas me agarró de la cintura para que no me vaya.— pecosa, quedate acá.

—Enzi...¿Dónde está la yerba?.— aparece una mujer que supongo que es la madre del boludo este que me hace entrar en pánico.— ¿vos sos Charo? sos mas hermosa en persona.— se me acerca a saludarme con un abrazo.

—Mamá.— se queja Enzo detrás mío.—Charo, ella es mi mamá Marta.

—Un placer conocerla.— le dije educadamente y podía escuchar la risa de Enzo.

—Tuteame, linda.—me iba a costar un poco.— veni que te presento a mi marido Raúl— agarra mi mano y me lleva a la cocina, donde se encontraba un hombre peleando con un paquete de galletitas que no abría.

—Hola Charo, al fin te conocemos.— dice Raúl saludándome con un choque de mejillas.

—Hola. Un gusto conocerlo.— sentí la nalgada que me dio Enzo y automáticamente corregi mi error.— conocerte, perdón.

—Está bien, linda.— era tan dulce Marta que me sentí cómoda enseguida.

—Vamos a tomar unos matecitos.— dice Raúl terminando de preparar el mate.

—Falta azúcar.— dice Marta y se escucha el bufido de su marido.

—Acostumbrate al mate amargo, mujer.

—Ponele azúcar, Raúl.— le alcanza el tarrito de azúcar y su marido accede sin ningún reclamo.

Me hace acordar a alguien.

















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Buenos días hermosxs!! Empezamos el jueves con un nuevo capítulo y espero que lo disfruten.

No me quiero poner trola, pero esta historia llegó a 10k de vistas y me pone sensible 😭. Gracias 🤍

Con mucho amor,
Josefina 🌷.

Bad Blood. ENZO FERNANDEZ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora