Capítulo 32: Sólo te tengo a ti

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Esperó escondido en el baño hasta que sintió que se había ido Tom. En parte era cierto lo que le había dicho, siempre que viajaban tardaba unas horas en sentirse bien, se le iba la cabeza y solo se le pasaba acostándose unos minutos.

Pero la verdad era que no le apetecía verlo en esos momentos, solo quería meterse en la cama y no despertar hasta hallar la manera de retroceder en el tiempo, volver a atrás y no dejarle escapar...

Sacudió la cabeza, tenía que dejar de pensar en algo que era imposible que sucediera, como que él y Tom volvieran a ser los de antes. Salió del baño tras lavarse los dientes y se fue directo a la cama.

Llevaría 3 horas dormido cuando sintió que le ponían una mano en la frente. Abrió los ojos de golpe asustado, encontrándose con su madre que le miraba de igual manera.

—Perdona cariño, acabo de regresar de trabajar y Gordon me contaba que te sentías mal—se disculpó Simone sentándose en el borde de la cama.

Volvió a ponerle la mano en la frente, pero advirtió que no tenía fiebre. Frunció la frente y le puso las dos manos a los lados de la garganta, palpando cualquier síntoma de inflamación, pero nada.

— ¿Es el estómago? —preguntó retirando la sábana.

Vio como su hijo asentía levemente y subiéndole la camiseta le palpó con suavidad el vientre.

—Seguro que estás revuelto con todas esas porquerías que coméis cuando no estáis en casa—riñó Simone con voz cansada—Mañana te tendré una dieta blanda a ver si así recuperas tus defensas.

Le colocó de nuevo la camiseta y cubrió con la sábana, mirando atentamente los ojos de su hijo. No le había dicho nada, ni una sola palabra. La tristeza que veía en sus ojos le indicaba que si separaba los labios rompería a llorar de inmediato.

— ¿Qué ha pasado? —preguntó en voz baja.

Como Simone sospechaba, nada más separar los labios su hijo emitió un gemido por lo bajo.

—Tom y yo...lo hemos dejado...—sollozó Bill casi sin voz.

— ¡Cariño!

Simone se apresuró a abrazarle, dejándole llorar contra su pecho mientras que le besaba y acariciaba el pelo.

—Besó a una chica...delante de mis ojos....

—Pero eso no quiere significar nada, ya sabes que algunas fans son muy fogosas a veces y Tom...

—Tom debió pararla—cortó Bill a su madre—Sabía que yo andaba cerca y eso me haría mucho daño. Últimamente parece que le divierte que las chicas suspiren por tenerle, se ve más sexy de esa manera.

Simone siguió consolando a su hijo hasta que le sintió caer dormido. Le acostó con cuidado de nuevo sobre las almohadas y tras inclinarse y besarle en su húmeda mejilla, salió de su habitación y entró en la que compartía con Gordon.

—Tom y él lo han dejado—explicó mientras se metía en la cama.

Gordon suspiró con cansancio. Se temía que pasara eso mismo, que llegara un día en que sus hijos se pelearan por culpa de mantener en secreto su relación a costa del grupo.

—Pienso que solo es temporal, que Bill verá que Tom no lo hizo a sabiendas y cuando Tom le vaya a pedir perdón las cosas volverán a ser las mismas de antes—dijo Simone con firmeza.

Gordon asintió y apagó la luz. Pero ninguno de los dos pudo dormir, solo pensaban, más bien rezaban, para que sus hijos resolvieran sus problemas y les plantaran cara a la discográfica. No podían seguir así, disimulando siendo algo que no eran, muriéndose por poder demostrar ese amor que les ahogaba cada día que pasaban lejos el uno del otro.

Bill y Tom, el amor de dos inocentesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora