Capítulo 16: Peligrosamente juntos

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Al día siguiente, Bill recibió con una amplia sonrisa esa gran noticia. Estaba desayunando cuando su madre le comunicó que podía pasar esos días en casa de Tom.

—Pero Bill, escúchame bien—dijo Simone muy seria—No me gustaría que Gordon se ofendiera por volver a ver algo que no debiera. Compórtate bien y sé educado, Gordon se merece respeto en su casa.

—Lo haré, te lo prometo mamá—aseguró Bill con firmeza.

Terminó de desayunar y se fue muy alegre a clase. Una vez más, Tom le esperaba nada más salir por la puerta de casa. Sabiendo que su madre podía estar asomada a la ventana, esperaron a dar la vuelta a la manzana para cogerse de las manos y besarse en los labios.

— ¿Te has enterado?—preguntó Bill cuando recuperó el aliento robado por el beso.

—Si, y por eso estoy tan contento—contestó Tom sonriendo.

—No te hagas ilusiones, que no vamos a hacer nada. Se lo he prometido a mi madre, y se lo debo a tu padre—dejó Bill bien claro.

—Con saber que estarás en la habitación de al lado me conformo—dijo Tom suspirando—No sabes cómo te echo de menos cada vez que nos separamos...

Siguieron caminando hacia clase, soltándose con pesar de las manos cuando empezaron a ver a algunos de sus compañeros por el camino, alguno de ellos mirándoles sonriendo de arriba a abajo.

—Pasa de ellos—pidió Bill al sentirle ponerse tenso.

—Es un pueblo pequeño, aquí todo se sabe y llegará el día en que no nos podamos esconder—suspiró Tom resignado.

Bill no le contestó. A él no le importaba que la gente le viera pasear de la mano del chico del que estaba perdidamente enamorado.

Entraron en el colegio y se despidieron hasta la hora del almuerzo. Se reunió con Andreas y le contó los planes.

—También podías haberte quedado en mi casa—murmuró Andreas sonriendo-Claro, que a lo mejor tu novio luego me miraba con malos ojos.

—Tom confía plenamente en mí—dijo Bill con firmeza.

No pudo evitar sonreír, escuchar que se refería a Tom como su novio. Ya era oficial, se habían hecho novios ante los ojos de los demás, o al menos de su madre, el padre de Tom y Andreas. Solo quedaba sus compañeros de clase, los del grupo, el pueblo entero....y su padre...




Esa misma tarde Simone le concretó los días a Gordon y tuvieron su primera cena oficial en familia.

—Me iré mañana por la tarde y regresaré el jueves a la hora de comer—explicó Simone mirando a su hijo y al de Gordon—Sabemos que podemos confiar en vosotros, pero aún así que os quede claro que estando bajo el mismo techo, cada uno dormirá en su propia cama.

—Mamá...ya te lo hemos prometido—resopló Bill con cansancio.

—Pues me escuchas otra vez. No quiero que me llame Gordon y me diga que al día siguiente una de las camas estaba vacía—siguió Simone con su riña.

Gordon fulminó con la mirada a su hijo sin que Simone le viera. Sabía con certeza a que venía esa pícara sonrisa que lucía en los labios. Su hijo debía estar pensando que había más sitios para hacer el amor que una cama.

Terminaron la cena y Simone y su hijo se fueron a su casa, quedando en que Bill se mudaría al día siguiente. No les quedaba más remedio que saltarse ese día el ensayo, pero con lo bien que les iban las cosas y ya con una canción preparada y lista para ser escuchada, se merecían un descanso.

Bill y Tom, el amor de dos inocentesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora