Capítulo 33: Ahora y siempre

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Pasaron el resto de los días sin separarse, viendo con alivio que sus padres no les ponían mala cara cuando entraban en casa y los pillaban en el sofá besándose. Hacían la vista gorda, encantados de que volvieran a ser los de antes.

El último día que pasaron en casa, se reunieron con Georg y Gustav, tenían muchas cosas de las que hablar. Se encontraban en el garaje de Georg, donde solían ensayar antes de ser famosos, sonriendo al recordar los viejos tiempos...

—Allí fue donde escuchamos cantar a Bill por primera vez—dijo Georg señalando un rincón del garaje.

Tom suspiró cogiendo la mano de Bill y llevándosela a los labios, para besarla sin hacer caso de los silbidos de sus amigos.

—Iros a un hotel—pidió Gustav poniéndose de rodillas.

Georg rio en voz alta y le guiñó un ojo a Tom. Le conocía desde que eran bien pequeños y nunca le había visto tan feliz. Intercambió una sonrisa con Bill, el motivo de que su amigo fuera tan feliz.

—Dejemos las bromas un momento, os queremos hablar de una cosa—dijo Tom poniéndose serio.

Apretó la mano de Bill y carraspeó cuando sus amigos les miraron fijamente esperando a que uno de los dos empezara a hablar.

—Esto...esto no va a funcionar—empezó a decir Tom suspirando—Bill y yo no podemos seguir fingiendo que entre los dos no hay nada. Nuestra relación ha estado en peligro y nos da miedo que vuelva a estarlo.

—Queremos hablar con Peter, hacerle ver que el grupo no se verá afectado si sale a la luz que somos gay—intervino Bill conteniendo el aliento.

Eso era mentira en parte, el grupo podía salir muy perjudicado. Algunos padres se sus fans pondrían el grito en el cielo, obligarían a sus hijas a dejar de escucharles. O al menos lo intentarían...

—Sabéis que os apoyaremos toméis la decisión que toméis—dijo Gustav asintiendo.

—Entre los cuatro les podemos convencer que no va a pasar nada, seguiremos trabajando duro y bueno....los primeros días seréis noticia, pero ya se cansarán de hablar de vosotros dos como pareja y se centrarán en el grupo—afirmó Georg.

Decidieron no pensar más en ello hasta estar en Berlín. Regresaron a sus casa, y a Bill y a Tom les esperaba una sorpresa muy grata.

—Chicos, sentaos por favor—pidió Gordon.

Se miraron y ambos tragaron con esfuerzo. Era su último día en casa, los primeros los pasaron alejados y solo temían ser castigados por haber dado rienda suelta a su pasión.

Se sentaron en el sofá viendo que sus padres se quedaban de pie y les miraba con la frente arrugada. Conociendo esa expresión de su madre, Bill fue el primero en tomar la palabra.

—Mamá, lo sentimos pero no hemos podido evitarlo...sentimos habernos besado cuando no debemos hacerlo en casa, pero...

—Bill, tranquilo que no os vamos a reñir—calmó Simone a su hijo.

— ¿Ah, no? —preguntó Tom alzando una ceja.

—No, Simone y yo os queremos dar una noticia—intervino Gordon.

Los chicos se miraron y sonrieron. En el fondo, era algo que llevaban esperando desde hacía mucho tiempo.

—Mamá.... ¡es estupendo! —gritó Bill levantándose.

Corrió a abrazarla sin dejar de reír en voz alta. La soltó y corrió a abrazar a Gordon también muy emocionado.

Pero Tom no se movió del sofá donde aún estaba sentado...

Bill y Tom, el amor de dos inocentesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora